jueves, 26 de agosto de 2010

LA VISITA

Nuestro quinto "Cuento en cuestión" es obra de Fanny y se refiere a una mujer que espera mientras llueve. Como siempre, estaremos atentos a los comentarios que puedan surgir respecto a los distintos elementos del relato.

LA VISITA

Fanny Cecilia Martínez

En una habitación de su apartamento, recostada en un diván, Olga mira hacia un punto más allá del rincón, a la espera de una visita que, sabe muy bien, no llegará. Se levanta dirigiendo sus pasos a la ventana para mirar a través del vidrio, pretendiendo adivinar cuándo dejará de llover. Camina impaciente de un lado a otro del salón, se sienta encendiendo la televisión y observa que no hay señal. Apaga, justo cuando un rayo ilumina la habitación y se escucha retumbar un trueno. Resignada, se sienta en el mecedor con un libro mientras se intensifica la lluvia, hay tal oscuridad que debe encender una lámpara para continuar su lectura. Está tan concentrada en ella que al principio no escucha repicar el timbre de la puerta. Ilusionada se mira en el espejo acomodando un rizo de su cabellera. Al tercer timbrazo abre la puerta descubriendo decepcionada que son tres de sus vecinitos quienes la buscan, como tienen por costumbre, para que les haga unas crispetas en el microondas y jugar al parqués. Uno de los niños estira su brazo entregando el paquete de maíz pira. Entran sin pedir permiso, encienden la luz y se sientan en el piso para esperar la merienda al tiempo que abren la caja, sacan el tablero del juego y ponen las fichas en el lugar de partida, mientras juguetean una y otra vez con los dados hasta que el microondas anuncia que el maíz está listo. Se oye el chasquido de los hielos cuando caen en los vasos y el susurro del líquido gaseoso cuando Olga destapa la botella. El sonido hace que los chiquillos estiren sus cuellos y tres pares de ojos ansiosos miren hacia la puerta de la cocina por donde aparece la bandeja con el refrigerio. Olga los deja comer embolatando el juego –hoy no soporta las chácharas infantiles– recoge las fichas y el tablero, les dice que lo dejen para otra ocasión. Los niños protestan, están aburridos. Al más pequeño se le iluminan los ojos, se quita la ropa mientras convida a sus amigos a bañarse bajo la lluvia diciendo:

–Bobo el último.

Bajan las escaleras entre gritos y risas, metiéndose en el primer chorro que encuentran. Arriba, ella levanta del piso la ropa que han dejado mientras un vientecillo frío estremece sus carnes. Se da cuenta que los niños no cerraron la puerta al tiempo que una de las vecinas asoma su cara preguntando por Tommy. Olga aprovecha la ocasión para hacer entrega de las ropas infantiles mientras se despide de ella, cerrando la puerta con cuidado.

A través del vidrio de la ventana de la sala oye sus gritos y las risas que llegan opacas por el sonido del agua que cae inclemente. La brisa se hace más fuerte, Olga ve como inclina la lluvia con su poder y mece las ramas cuajadas de brotes del verde biche característico de esta época del año. Suspira percibiendo el olor de la tierra mojada. El cielo, le recuerda las motas de algodón, esta vez de un gris plomizo que se extiende hasta donde alcanza su vista y se desgaja en grandes gotas que vapulean con fuerza lo que encuentra. De repente, todo se ilumina, mientras un estruendo sobresalta a los temerosos.

En la calle, las gotas se unen formando un arroyo que crece ante la intensidad de la lluvia hasta impedir el paso de los vehículos. Se imagina el tamaño y se conduele de aquellos que no tienen un techo seguro bajo el cual resguardarse del temporal.

Le parece que la lluvia amaina un poco. Nerviosa, revisa por quinta o sexta vez su maquillaje, vuelve a mirar por la ventana del cuarto, esperando ver clarear el cielo. Revisa el celular, para ver si tiene llamadas perdidas y se da cuenta que tampoco tiene señal. Camina de un lado a otro, se sienta, se levanta nuevamente. Está sola. Un trueno retumba y la lluvia cobra intensidad. –Es un diluvio –piensa, mientras vuelve a sonar el timbre. Esta vez es la mamá de Andrés, el más pequeño. Busca una de las medias que él se quitó.

–Deben tener cuidado, con la tormenta eléctrica –advierte Olga a la vecina, bajando con ella para llamar a los chiquillos. En la terraza están las madres de otros niños que se unieron al juego, con toallas listas para envolver a los niños que ya tiritan de frío y tienen sus deditos arrugados por el agua.

Oscurece, la noche se acerca y la lluvia persiste en su intensidad, Olga resignada regresa a su apartamento, cambia su ropa por otra más cómoda y toma su libro reiniciando la lectura, sabe que nadie se atreve a salir en días como este. Pero, justo cuando está más concentrada, vuelve a sonar el timbre de su apartamento

4 comentarios:

Luz Arroyo dijo...

Hola Fanny
Me gustan mucho las descripciones que hay en el cuento: "Se oye el chasquido de los hielos cuando caen en los vasos y el susurro del líquido gaseoso cuando Olga destapa la botella."
También cuando hablas de la lluvia.
Como te concentraste en la lluvia y los niños pensé que les iba a ocurrir algo a ellos.Lo de la visita va quedando como en segundo plano hasta que lo recuerdas con la escena del maquillaje y al final cuando suena el timbre. Tal vez falta como algo dramático relacionado con la persona a la que ella espera o con los niños, porque parece que la historia continua, como que este es el principio y despues pasaran mas cosas. Bueno, eso fue lo que senti, de resto super!

Claudia dijo...

Hola Fanny. Me gustan las posibilidades de este cuento. Paso a dejar mi comentario:

Argumento: Es interesante, este cuento se puede profundizar en el tema de la espera y la frustración.

Trama: Creo que se pierde la tensión hacia la mitad del cuento, en la descripción de la lluvia y los niños jugando. Aquí hay la oportunidad de profundizar en la vida de Olga, en su espera, en su frustración. No estoy de acuerdo con matar la ilusión de Olga y la intriga del cuento desde el principio con la frase: "a la espera de una visita que, sabe muy bien, no llegará". La lluvia puede hacer más larga e intensa la espera, pero no por eso impedir la visita. El recurso del celular sin señal me parece muy forzado, hay que ver como se maneja la incomunicación.

Narrador: tercera persona me parece apropiado.

Personajes: creo que se puede profundizar más en el personaje de Olga. ¿Claves de su vida, qué piensa, qué sucede en sus emociones mientras recoge la ropa de los niños, o charla con las madres o ve llover. La presencia de los niños y las madres es adecuada porque contrasta la soledad de Olga, da claves quizás de su espera y su frustración. Sin embargo los niños y las madres me parecen demasiado protagonistas, lo que termina convirtiéndose en una distracción y el cuento pierde intensidad por momentos. Quizás se puede obviar el baño de los niños en la lluvia, a mí me angustia más la idea de esos niños en semejante tormenta eléctrica que la espera de Olga. Ahora, la persona esperada es también un personaje que genera intriga.

Ambiente: ricas descripciones, pero tener cuidado que no se conviertan en digresiones.

Taller Literario "José Félix Fuenmayor" dijo...

ARGUMENTO Y TRAMA: Me gusta el tono poético del texto, su intimismo. Una mujer que espera a su enamorado en su apartamento, arreglada para él, mientras llueve, es una imagen suficientemente sugestiva en sí misma para captar la atención de un lector. Quizá incluso, contradiciendo a Claudia, la certeza de que el amante no llegará desde el comienzo le da un especial significado al hecho de esperar. Esa afirmación cuestiona de antemano la justificación de Olga al final respecto a la ausencia del amante: no es la lluvia lo que lo excusa, pareciera haber algo más, algo que no conocemos y, por otra parte, el timbre que suena cuando ya se ha resignado no es suficiente para cambiar la idea de la espera inútil. De todos modos, ya Olga ha sembrado la duda en el lector: el amante no llegará: el timbre puede ser accionado por otro de sus vecinos, por ejemplo. No es necesario que vaya a abrir.

PERSONAJES: La presencia de los niños y la anécdota relativa al baño sirven para llenar la espera a la larga, sobre todo esta espera sin esperanza. Olga es una mujer sola, que espera acaso no a un amante, sino al amor, lo dice justamente la costumbre de atender a los niños del vecindario. Parece que todo su tiempo se le va en cosas como las que hace en la historia: ver televisión, leer, atender a los niños. En este sentido no me parece mal que los niños ocupen buena parte de la historia; sin embargo aquí le doy razón a Claudia cuando se refiere a la angustia que le produce el hecho de que los niños se bañen bajo la tormenta y, más que eso, resulta extraño que Olga solo se percate de ello cuando aparece la madre de Andrés.

NARRADOR: Hay un problema de punto de vista en el párrafo quinto. Cuando se nos informa que las gotas forman un arroyo, esto se dice de modo impersonal, lo que sugiere que es el narrador quien lo dice. Pero resulta que prácticamente toda la narración, hecha en tercera persona, pasa por las percepciones de Olga. Es decir, que aun dicho de ese modo, uno se ha acostumbrado a que todo lo que se nos cuenta pase primero por los ojos de Olga y por eso suena extraño que ella imagine su tamaño: ella tendría que verlo, no imaginarlo.

LENGUAJE: Hay que revisar en varias frases el uso de las comas, que normalmente no deben interrumpir la continuidad entre el sujeto y el predicado de una oración o entre el predicado y su complemento, cosa que sí ocurre en frases como: “El cielo, le recuerda las motas de algodón” (párrafo 4, línea 5) o “Deben tener cuidado, con la tormenta” (Párrafo penúltimo, línea 1), respectivamente. Por demás, ya se sabe que la coma es alcahueta y en varias ocasiones ocupa el lugar que correspondería al punto. En el último párrafo, por ejemplo, hay dos casos. La que aparece antes de “resignada” (línea 1) y la que aparece antes de “sabe” (penúltima línea).

De todos modos, el problema de lenguaje más frecuente en este relato es el abuso del gerundio. Al respecto, es bueno aclarar que el gerundio cumple sobre todo una función adverbial o adjetiva. Frases como “Voy corriendo” o “Llora sonriendo” están bien empleadas porque el gerundio sirve para caracterizar las acciones de ir y de llorar. Pero no queda bien cuando se trata de incluir dos acciones independientes en una, como ocurre en frases del texto como: “se levanta dirigiendo sus pasos a la ventana” o “se sienta encendiendo la televisión”. Se trata aquí de dos acciones distintas, los gerundios no matizan en ellas la forma como se realiza una acción. Uno NO se “levanta dirigiendo los pasos a…”; uno se levanta rápido o lentamente (hablando físicamente); con entusiasmo o con desgano, feliz y hasta “llorando” (en términos emotivos).

ADOLFO CEBALLOS dijo...

Hola Fanny!
Tu cuento -taciturno y nostálgico-, me gustó mucho. Concuerdo con los comentarios de la mayoría de compañeros y acontinuación te doy mis sugerencias:
1 Creo que el cuento funcionaría más si estuviera escrito en pasado: "(...)Olga miraba hacia un punto..." me parece que suena mejor.
2.Ojo con las palabras repetidas, como "(...)Enciende la televisión...enciende una lámpara".
3. Mejorar el uso de las preposiciones. Por ejemplo: "Como tienen por costumbre..."; debería ser: 'como de costumbre', etc.
4. Concuerdo con el inadecuado uso de los gerundios, que menciona el Prof. silvera.
5. Puedes mejorar la construcción de oraciones como: "A través del vidrio de la ventana de la sala oye sus gitos y las risas que llegan opacadas por el sonido del agua que cae inclemente(...)". Sugiero por ejemplo: 'Desde la sala, oye sus gritos y risas que llegan opacadas por el sonido del agua que cae inclemente' (aunque yo cambiaría "el agua que cae" por: '...opacadas por el sonido de la lluvia inclemente', y así te ahorras un 'que' demás, el cual afecta la fluidez de la lectura.)
6. De todas formas te envío por e-mail las sugerencias con más detalle sobre el texto mismo, pero las consigno aquí, tal como me lo pediste. Espero te sirvan, pues las hago con mucho cariño y respeto.
Un abrazo,
ADOLFO...
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