martes, 9 de julio de 2013

NOS VISITA JOSÉ ZULETA ORTIZ


El poeta y cuentista José Zuleta Ortiz visitará este fin de semana nuestro taller. En desarrollo de esta visita, el autor hará una disertación titulada “Poética de la narración”, este viernes, 12 de julio, en el Teatro Amira de la Rosa, a las 6:30 P.M.

El sábado 13, estará cumpliendo las labores de tutoría en el horario habitual de nuestras sesiones: 2-6 P.M.

José Zuleta Ortiz (Bogotá, 1960) ha escrito poemarios y libros de cuentos, que le han merecido notables reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía “Descanse en paz la guerra”, convocado por la Casa de Poesía Silva en 2003, merced a su trabajo Música para desplazados; así como el Premio Nacional de Cuento 2009, convocado por el Ministerio de Cultura, con el volumen Ladrón de olvidos, que fue publicado en 2010 por la editorial Alfaguara bajo el título Todos somos amigos de lo ajeno. Zuleta Ortiz coordina el programa “Libertad bajo palabra”, que se desarrolla en los establecimientos penitenciarios del país y dirige el taller “El cuento de contar” en la ciudad de Cali.

He aquí dos poema de José, a modo de bienvenida.

OA

Por la vereda voraz pasa la tropa.
Una muchacha florecida
ve pasar los muchachos
que jugaron en su infancia
 a las escondidas,
al OA, sin moverse… sin hablar.
Ahora reclutados los ve irse,
como juguetes ajenos,
tal vez para siempre,
o tal vez den media vuelta y regresen:
OA… sin moverse…
sin reírse…
sin hablar…
sin una mano…
sin un pie…
sin el otro…
media vuelta…
vuelta entera.


PASÓ RECIÉN BAÑADA

Venía de prisa
me envolvió un aroma de jabones
sentí la espuma bajando por sus formas
las gotas salpicar sus pétalos redondos
el brío del agua navegándola,
la destreza de sus manos
danzar en sus colinas,
cantar en las caderas,
los pies anegando aguas descalzas
descendidas del cuerpo jabonado…
resbalé.
Casi me caigo

jueves, 4 de julio de 2013

HICIMOS LA TAREA

Por Domingo Bolívar Peralta
(Sesión del 22 de junio)

El veintidós de junio del año dos mil trece del calendario gregoriano, Antonio Silvera no pudo asistir a la acostumbrada reunión de los sábados. Con una semana de antelación había manifestado que no dirigiría la sesión por compromisos ineludibles. Entonces, varios miembros del Taller Literario “José Félix Fuenmayor” expresamos nuestro deseo de volver a encontrarnos en el habitual recinto de Comfamiliar del Atlántico este veintidós, y Silvera estuvo de acuerdo. Él dejó todo arreglado para que el vigilante de turno abriera el aula a los contertulios, y así sucedió.

Llegó gente que incluso tenía semanas de no venir, como Juan Miranda y Paula. Llegaron también a la cita Adela, Patricia, Ana Julia, Sebastián, Isabel Cristina, María Margarita, Jorge Raúl y yo, por supuesto.



Raúl, como también se había acordado en la anterior reunión, dirigió este cónclave literario, con un poquititico de mi ayuda, porque cierto es que lo hizo muy bien.

Empezó con definir un orden del día, así: primero: Qué están leyendo actualmente y/o recomendaciones bibliográficas de los compañeros y compañeras presentes; segundo: lectura a varias voces del cuento de Julio Ramón Ribeyro, “Sólo para fumadores”, y comentarios sobre este texto a medida que se iba leyendo (porque teniendo en cuenta la extensión del mismo, consideramos que tal vez no alcanzaríamos a leerlo completo —como sucedió— y así dinamizaríamos este ejercicio, aparte de que había sido propuesto con anticipación para que fuese leído por los talleristas en sus momentos de sagrado ocio); y tercero: lectura de textos de compañeros del taller.

El primer punto tuvo como resultado la siguiente cosecha:

La fuerza del destino, Voltaire.
Las muñecas de Juana no tienen ojos, Álvaro Cepeda Samudio.
Dichos de Luder, Julio Ramón Ribeyro.
A la deriva, Horacio Quiroga.
Noviazgo, amor y matrimonio, Hally Monroe (autora canadiense).
Rompan caras, ¡carajo!, Rafael Baena.
El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez.
La ceiba de la memoria, Roberto Burgos Cantor.
Retrato en sepia, Isabel Allende.
La casa de los espíritus, Isabel Allende.
¿Qué es la vida?, José Félix Fuenmayor.
Prisionero del agua, Alexis Díaz Pimiento.
Las mil y una noches, Anónimo.
El matrimonio del Cielo y el Infierno, William Blake.

Pasamos al segundo punto: leímos “Sólo para fumadores” y comentábamos, mientras leíamos, acerca de los recursos y aspectos llamativos en el texto de Ribeyro. Aunque no lo leímos por completo, alcanzó para dejar en el ambiente un delicioso olor a nicotina (aclaro: yo no soy tabaquista y poco me gusta el humo del cigarrillo, pero disfruté todos los cigarrillos que Ribeyro nos fue encendiendo).

El tercer punto se desarrolló así: Juan Miranda leyó una crónica suya, de un viaje que hizo no ha mucho a La Habana. El texto empezó gracioso y así se mantuvo, a pesar de sus pequeños dramas. Reírse de las adversidades es fácil después que han pasado o cuando no las vivimos en carne propia, aunque creo que todos nos sentimos tocados por la narración de Juan en lo que concierne a los líos burocráticos y lo despistados que podemos llegar a ser algunas (apenitas algunas no más) veces.

Luego Jorge leyó un texto suyo, más introspectivo, que fue difícil comprender. Empieza con un joven esperando un bus a la salida de su universidad y una muchacha embarazada, de piel negra, con la que entabla conversación. El final nos confundió a todos.

El vigilante de Comfamiliar se asomó y comprendimos que debíamos desalojar el pequeño cubo, mas la sesión no terminó al salir, pues nos sentamos afuera, alrededor de una mesa y seguimos conversando sobre el texto de Jorge y otros temas. Pusimos fin expresando nuestra satisfacción con el desarrollo de este nuevo encuentro.