viernes, 13 de mayo de 2011

Dándole vueltas a la tuerca

Por Indhira Prego Raveneau

La sesión del sábado 7 de mayo de 2011 inició con una referencia a El Cuento en Cuestión que el profesor Silvera había colgado en el Blog y reiteró su invitación a que participáramos con nuestros comentarios.

Luego se detuvo a precisar los elementos a tener cuenta. Primero, el argumento, que nos explicaba es el conjunto de hechos que forman la historia y es diferente a la trama, es decir, la forma en la que el autor dispone la historia. Esta última puede ser lineal, circular o hasta espiral como sucede en Cien Años de Soledad. Entonces el profesor nos habló de un cuento de Fuenmayor, titulado Un Viejo Cuento de Escopeta.

Continuando con los elementos a considerar cuando se analiza un cuento, el profesor nos comenta que la trama puede ser más importante que el argumento pues es ahí donde se muestra la destreza narrativa. El argumento o tema de la historia puede ser original, sin embargo, como decía Borges, ya casi todas las historias han sido contadas. Es más, los grandes temas de la literatura se pueden resumir en tres principales, de los cuales derivan otros temas menos amplios, a saber el amor, la vida y la muerte. Entonces, en las palabras de nuestro profesor, toca darle más vueltas a la tuerca.

En ese momento, nos habló del primer relato policial, Los Crímenes de la Calle Morgue, de Edgar Allan Poe. Luego, nos contó como Borges parodia el relato en La Muerte y la Brújula, en el que el argumento es igual pero todo ocurre al revés, pues el criminal es más listo que el detective y al final lo mata.

Retomamos el análisis con el siguiente elemento…el o los personajes. Por ejemplo, nos dice el profesor, en el cuento El Soborno, la naturaleza del personaje es fundamental. Incluso, a veces hay cuentos en los que aunque los personajes aparentemente no han sido desarrollados, en realidad si lo están, solo que a través de tres o cuatro líneas que dicen mucho sobre su historia, su personalidad, manías, etc.

Otro elemento a analizar seria el Narrador, si bien no profundizamos en el mismo, se entiende que este debe ser el apropiado para la historia que se quiere contar. Y por último aunque no menos importante, se analizan las imágenes literarias empleadas, aquí el profesor nos recuerda que intentemos siempre evitar las típicas. Como ejemplo, cita a Huidobro cuando elogia a su amada diciéndole: eres más bella que el relincho de un potro en la pradera…

El profesor nos dijo que los cuentos deben tener un aspecto sorpresivo que se le revela al lector. Iniciando así una discusión sobre las dos historias en un cuento, Ricardo habla acerca de cómo se desarrollan dos historias paralelamente y Adolfo decía que siempre hay una historia subyacente pero escondida.

Seguidamente, escuchamos una versión grabada del cuento de Edgar Allan Poe, El Cuervo. Luego, hablamos de su ensayo, La Teoría de la Composición. Comentamos que era extraño que siendo un romántico, Poe se basara en la razón y la lógica para escribir su cuento. El profesor nos dice que en este ensayo, Poe desmitifica el proceso de creación y además, nos hace pensar que es posible estudiar y aprender a hacerlo, por ejemplo, a través de un taller como este.

Entonces discutimos la evocación de Poe sobre la unidad de impresión que se mantiene solo si un texto narrativo se puede leer en no más de dos horas. Poe incluso habla de la imperfección de la novela como género. Sin embargo, esto es relativo, y no le resta validez a la novela. Se puede pensar en la intensidad del efecto, como dijo Poe, que si el relato es muy corto, no será tan fuerte. Y hasta podríamos decir que el efecto de la novela es más duradero que el de un cuento.

Poe también menciona que un poema extenso es como una serie de poemas cortos, asimismo, una novela podría pensarse como una serie de cuentos, en capítulos. Hubo comentarios acerca del ritmo de vida actual, la aparición de los microrrelatos y lo que esto significa para los novelistas. También comentamos que el tiempo o ritmo interno de una novela varía, por ejemplo, nos dice el profesor, en Cien Años es vertiginoso pues ocurre mucho, y en cambio, en En busca del tiempo perdido, de Proust, es más bien lento y hasta parsimonioso.

El profesor nos contó acerca de Nocturno, un poema de Silva que es la versión en castellano del cuento de Poe. No es idéntico, pero si tiene el mismo tema, es decir, la melancolía, además usa un estribillo y una musicalidad creada por medio de silabas acentuadas alternando con silabas no acentuadas.

Aquí resumimos los aspectos del lenguaje: el sonido, el sentido y los posibles significados que son de gran importancia para un escritor.

Se suspende la discusión para que, los que quieran, lean sus textos al grupo. Primero, pasa Adolfo, y lee su texto Pescador, el cual describe como versos escritos en prosa. Empezamos por buscar la métrica del primer verso y luego así con cada verso del primer párrafo, contando las sílabas. El profesor comentó acerca de la temática del relato y su parecido a canciones populares.

Nos menciona que Borges tiene una serie de cuentos titulada Para las Seis Cuerdas, que son en verso para ser cantadas con la guitarra. Asimismo, menciona la canción La Gordita de Leandro Díaz.

Siguió Ana Julia, quien leyó un soneto que estaba hecho de versos endecasílabos y muy bien logrado. Finalmente Daniel leyó un soneto sobre el cual el profesor comentó que había unidad o coherencia en el tema pero que las imágenes no concordaban. Le sugirió revisar el vocabulario empleado. Matilde dijo que le gustó la frescura del poema y que le pareció moderno y diferente.

Así concluimos la sesión y nos despedimos hasta la próxima.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La Viuda de Ismael

Con la publicación de este relato, elaborado por nuestro compañero Johnny Campo, retomamos nuestra sección "El cuento en cuestión". La intención de esta consiste en presentar textos previamente leídos en el Taller y, por tanto, ya objetos de al menos una revisión y, a continuación, hacer el taller de una manera virtual. Es decir, se trata de que los integrantes propongan sus comentarios con la intención de que el compañero o la compañera que ha creado el texto, los revise y valore en aras de que se enriquezca lo mejor posible. Es importante tomar en cuenta los elementos que deben revisarse: La originalidad del argumento, la trama o pertinencia del orden en que se nos presenta el relato, la propiedad de narrador escogido, la construcción de los personajes, el manejo y desarrollo del ambiente (tiempo y espacio), contundencia y originalidad de los recursos literarios (metáforas, símiles, etc.) y el lenguaje (la propiedad léxica, el orden de las frases y párrafos, la ortografía, por ejemplo). Los comentarios pueden referirse a alguno, varios o la totalidad de los aspectos citados. Esperamos entonces sus aportes.

Por Johnny Campo


Hoy me fugué. Si bien mi cuerpo, memoria y autoestima se han desgastado gradualmente con los noventa y pico años de vida que llevo encima, todavía me queda la costumbre, o más bien el último impulso, de celebrarle el cumpleaños a Ismael, mi difunto esposo. Con ese propósito desperté, sin importarme que aquello implicara un escape y una visita secreta al cementerio.


Salir del apartamento fue, casualmente, más fácil que salir del edificio. Mi hijo, el solterón, no fue un obstáculo porque se había ido temprano y sin despedirse, como de costumbre. Amparo, la que me cuida, quedó noqueada con una pastilla que le deslicé en el café. Pero el jovencito que cuida el edificio presentó un reto. El muy atrevido no quería conseguirme un taxi.


-Sería una irresponsabilidad de mi parte-dijo.

Pero un billete bastó para convertirlo en un alcahuete. ¡Pobrecito! A esa edad solo se piensa en dinero para el fin de semana.


En el taxi iba incómoda. El conductor no paraba de mirarme por su retrovisor. ¿Qué habrá pensado ese señor? A lo mejor nunca vio antes a una anciana tan anciana. De pronto sintió asco por las miles de manchas que han invadido mi piel. Pero creo que, más bien, le preocupó que su carrito estuviera quedando hediondo a viejo.

Es que a veces ni yo misma aguanto el olor a cuero humano percudido. Por culpa de la artritis, cosas tan sencillas como ir a la cocina o ponerme unos zapatos resultan increíblemente dolorosas. Pues bien, me resulta aún más difícil limpiarme las ranuras entre los cientos de pellejos colgantes que tengo.

El taxi me dejó en la entrada del cementerio. En ese momento mi cerebro arrugado me alertó algo: ¡no recordaba cual era la tumba de Ismael! Entonces me quedé asustada solo mirando el de pasto, flores y lápidas. Finalmente empecé a caminar.


El dolor de la rodilla empezó a los pocos minutos. Después me atacó el dolor de la cadera. Pero, como no había bancas cerca, seguí caminando parsimoniosamente.

Durante el recorrido vi tantos sepulcros que hasta me puse un poco triste recordando tantos seres queridos, aparte de Ismael, que he enterrado durante esta larga vida. Sin embargo, Ismael, quien ya nadie recuerda, es el que más extraño. A pesar de haber sido un desgraciado en más de una ocasión, también fue capaz de hacerme feliz en muchos momentos.


Continué andando. Con la sed que tenía, la boca ya me sabía al plástico de la dentadura postiza. Caminé, caminé, caminé. Ya hasta parecía que me arrastraba cuando finalmente di con Ismael.

Así llegué aquí. Ahora tengo la lápida de Ismael enfrente. El césped verdecito que cubre su sepultura parece un tapete. Empiezo a cantar “Feliz cumpleaños…”. Aunque ya no aguanto el cuerpo, ¡cómo me alegro de estar aquí! Amparo seguirá dormida. A lo mejor, una vez el jovencito que cuida el edificio se confiese, mi hijo vendrá a buscarme. Pero eso será cuando él se desocupe. Por lo pronto me acostaré en este tapete a descansar.