miércoles, 19 de mayo de 2010

UN FERRY EN EL DIQUE O POR LOS CAMINOS DE MAHABANA

Alberto Alandete Carballo

El pasado viernes, 14 de Mayo, el Taller Literario “José Félix Fuenmayor” se hizo presente una vez más en "La literatura pinta bien" -el programa que la Fundación La Cueva lleva a cabo en los pueblos del departamento del Atlántico- con una delegación conformada por dos de sus talleristas: Stewil Vega Torres y el autor de esta crónica. En esta ocasión, la actividad se llevó a cabo en el municipio de Manatí, antiguamente llamado Mahabana por los indígenas del lugar y localizado en el extremo suroriental del Atlántico. El escritor invitado fue el bogotano Andrés Felipe Solano, autor de la novela Sálvame, Joe Louis, cuyo argumento se refiere a un escritor fracasado que ve esfumarse su última oportunidad de sobresalir cuando muere el hombre más viejo de la tierra, en quien confiaba su futuro incierto. Completaban la delegación la artista plástica barranquillera Susana Bacca, encargada de ilustrar el cuento del autor invitado; el escritor John Better, presentador de Solano la noche anterior en la tertulia de La Cueva y Lina Robles, coordinadora general del viaje y de la actividad en Manatí.

El lugar escogido fue el Colegio San Luis Beltrán, en donde se concentraron alrededor de quinientos estudiantes de ambos sexos, tanto de este plantel como de la Escuela Normal del municipio. Un comité de recepción, conformado por las autoridades de los dos colegios pero sobre todo por los miembros de la Casa de Cultura de Manatí, nos dio la bienvenida. A eso de las 10:30 de la mañana, cuando se habían terminado de repartir los materiales de trabajo entre los estudiantes para que pudieran ilustrar las historias que los tres lectores iban a leer, se dio inicio a la actividad propiamente. De los dos talleristas asistentes, me tocó la suerte de echarme primero al agua, con un cuento titulado “Sólo muchachos”, resultado del ejercicio propuesto en el taller literario de elaborar una historia a partir del argumento de “Misa de gallo”, el extraordinario cuento de Joaquín Machado de Asís. A continuación, Stewill Vega tomó el micrófono para leer su cuento, titulado “Último día de clases”, una historia de futbol y premiación en el colegio pero también de frustración deportiva y de sueños idealizados. Por último, Andrés Felipe Solano completó el triángulo regalándole al auditorio la lectura de “El mamut congelado”, una interesante historia basada en un caso real sobre un emigrante colombiano que llegó un día a Alaska en busca de mejor futuro y que después de excavar una zanja en el hielo para enterrar una tubería de una compañía petrolera, encuentra el cadáver de un mastodonte prehistórico perfectamente conservado. La historia concluye cuando Jerry, el protagonista de la historia, comparte a manteles con sus compañeros de faena una abundante porción de la posta del mamut.

Luego de la salva de aplausos respectivos, Lina indicó los pasos a seguir y dio las explicaciones del caso a los estudiantes para que plasmaran en el papel su interpretación de alguno de los cuentos escuchados o, incluso, de los tres si lo querían. Mientras tanto, Susana Bacca debía dibujar el personaje del cuento de Andrés Felipe. En ello transcurrieron aproximadamente cuarenta y cinco minutos, tiempo en que los niños y niñas dibujaron acordeones y flautas de millo, estaderos a la orilla de la playa y sombreros vueltiaos, que eran elementos propios de mi relato. Asimismo, había dibujos de salones de clase, jugadores de futbol, medallas y cometas, aspectos relacionados con el cuento de Stewil. No faltaron, desde luego, dibujos del mastodonte y los tres amigos que compartieron con Jerry el producto de su hallazgo, según la historia de Andrés Felipe. El dibujo de Susana Bacca consistió por su parte en un retrato del personaje principal del cuento del escritor invitado, para lo cual empleó una técnica mixta con pasteles, plumillas, marcadores y crayones.

Finalmente, se le pidió a la artista plástica invitada que seleccionara los trabajos de los estudiantes que a su juicio hubieran interpretado mejor el cuento de su predilección. Fueron quince los estudiantes ganadores, a los cuales la Fundación La Cueva les dio como premio sendos libros de reconocidas casas editoriales. Concluida la actividad, les fueron repartidos refrigerios a todos los estudiantes, patrocinados por las entidades que apoyan la labor cultural de La Cueva.

A la delegación llegada de Barranquilla, en cambio, le esperaba un prometedor almuerzo con pescado frito y patacón pisao a la orilla efervescente del río en el Estadero de Gladis. Luego de un corto recorrido por algunas calles del pueblo, emprendimos, en efecto, camino hacia el sur profundo del Departamento: el cono formado por el río Magdalena y el Canal del Dique, brazo artificial trazado y construido por los españoles en tiempos de la Colonia, con la mano de obra de los esclavos traídos del África. Llegamos también al caserío de Las Compuertas, el lugar en que el Dique alimenta por este tipo de mecanismo, a manera de esclusas, los canales de riego de la rica y fértil región rural de Manatí. Tuvimos oportunidad de divisar los hermosos paisajes que nos regalaba el embalse de Guájaro, así como la abandonada sede del hoy tristemente célebre Incora, que despertara tantos y tantos sueños a los campesinos de aquella depresión geográfica, ubicada a cuatro metros por debajo del nivel del mar, no solo de Manatí sino también de Repelón, Rotinet, Santa Lucía, Villa Rosa y Aguada de Pablo.

Al filo de la una de la tarde, nos dispusimos a almorzar bajo un frondoso árbol de mango, acompañados de buen líquido y de la amena conversación de nuestros amigos de la casa de la cultura, quienes nos comentaban de la triste situación que hoy se vive en aquella región, después de las millonarias inversiones hechas en el año 1968 en tiempos del gobierno de Carlos Lleras Restrepo. En esos momentos de nostalgia, recordando los tiempos pasados, un ferry mercante desprovisto de planchones nos hizo volver a la realidad actual, indicándonos que la vida en aquella región no ha muerto. Por el contrario, de manera tenaz, sigue llevando y trayendo, a través de las aguas del Dique, progreso y esperanzas para todos.

De ese modo se cumplió una vez más la cita que reúne a pintores y escritores alrededor de la lectura para que la literatura siga pintando bien.