viernes, 24 de julio de 2009

SEMBLANZAS


(Sesión del 4 de julio)
Elaborada por Mayra Mola Bandera
Tema: Construcción de personajes



Como conclusión anticipada podría decirse que fue una tarde productiva. Se dedico casi en su totalidad a la lectura de los textos y a los comentarios sobre los mismos, de parte de los talleristas. En esta ocasión, el profesor Silvera había sugerido la elaboración de semblanzas para fortalecer la construcción de personajes. El personaje de cada cual debía ser preferiblemente un ser querido o un allegado. Todo esto a partir de un capítulo de la recopilación El libro de las celebraciones, en la que el escritor Juan Manuel Roca describe la genialidad de Alejandro Obregón, cuando se encontrara con él en Cartagena de Indias.

El resultado de este ejercicio se reflejó de buena forma en los escritos de Adela Renowiztky, Patricia Lemus, la autora de estas líneas, Fanny Martínez, Rosa Peñaranda y Luis Mallarino.

El primero, de Adela, titulado “Campanas de boda para Beatriz”, fue un texto de mediana extensión en el que, antes de presentar al personaje principal en situaciones concretas, se le dio una descripción psicológica y unos datos biográficos que, si bien intentaban abarcar su tiempo pasado, presente y futuro, según los asistentes, opacaban el carácter y la participación de este en al historia, a tal punto que al final no se supo si era real o no.

Luego de dichos comentarios, vino la intervención de Patricia, con una semblanza sobre su señora madre. Los comentarios le favorecieron. Se habló de la limpieza y sencillez del texto, que, objetivo y claro, nos dejó una imagen agradable de la mujer. A muchos les llegó una sensación de familiaridad con el personaje, lo que permitió concluir que estaba vivo dentro del escrito.

Enseguida, vino mi turno: “Como Anillo al dedo”, fue el texto que leí. Una vivencia personal relativa a una estafa que, según algunas opiniones, parecía más bien la semblanza de un grupo que de la persona que quise presentar, es decir, del señor Anillo. Otros, por el contrario, encontraron en la actuación de los demás personajes de la historia la oportunidad de conocer más al protagonista. Al final, les pareció que la historia, entre jocosa, irónica y sórdida, podría funcionar como cuento.

Durante un momento se escucharon las presentaciones de dos asistentes nuevos que prometieron constancia. El primero José Zapata, estudiante de la universidad Javeriana en estudios literarios. Luego Luz Ángela, estudiante de teatro y para quien la creación de un personaje es un proceso amplio y concienzudo que abarca las reacciones y el pasado de este. Al término de esta intervención, se dio el texto de Fanny Martínez que, al principio, advirtió que no había entendido el ejercicio y que por esto era probable que no se amoldara al los requisitos. Era, en efecto, más bien una biografía demasiado enciclopédica del político Evaristo Sourdis, llena de datos del personaje pero que nunca mostró su carácter propiamente dicho.

Después de un breve espacio de charla entre todos, se le dio paso a la lectura de la tallerista Rosa Peñaranda, con su texto “Delfina Cassiani”, nombre de una amiga de infancia que conoció en el barrio Abajo de Barranquilla. Se trataba de una niña trabajadora y su lectura suscitó un silencio espeso en el auditorio, acostumbrado a escuchar de ella normalmente historias de humor. El escrito, conmovedor y vivo en general, se mostró en realidad como el de corte más clásico en términos de semblanza.

Por último, Luis Mallarino presentó su texto, llamado “Lenis”, un conjunto de originalidad y buen uso del idioma. Trató sobre una mujer que encontraba placer, no en escribir, sino en borrar. Una semblanza que según las opiniones estuvo llena de genialidad, por ser, entre otras cosas, una especie de símil entre la vida como trabajador del ser humano y la de Lenis.

Al final se leyó un cuento extraído del libro Dublineses, llamado “Eveline”, pero, a falta de tiempo, no se hicieron muchos comentarios. La tarea sigue siendo la creación de personajes a partir de hechos, según una de las máximas adoptada por el taller: “no decir sino mostrar”.

martes, 21 de julio de 2009

Borges y nosotros


Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
Jorge Luis Borges, “Borges y yo”

(Sesión del 27 de junio)
Elaborada por Christian Barandica Ruiz
Temas: Análisis, creación, argumento



No hay mejor faro que indique nuestro rumbo literario, que el maestro Jorge Luis Borges. El día de hoy, motivados por la anhelante intención de tocar tierra firme, hemos fijado nuestra vista en un análisis a la obra de este gran escritor, quien dedicó prácticamente toda su vida al oficio de las letras. Sin más preámbulos, y evitando que funestas olas ataquen nuestro barco –llamado “José Félix Fuenmayor” –, el capitán toma el mando de la tripulación, tratando de darle sentido a nuestra ruta.

Precisamente, y justo como en las embarcaciones, llega la hora de rendir cuentas: Patricia, en frente de todos los talleristas, inicia la lectura de “Acerca de mis cuentos”, donde Borges enuncia las causas y los sucesos que lo llevaron a escribir cuentos como “El Zahir”, “El libro de arena”, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” y “Utopía de un hombre que está cansado”. Luego de discutir qué factores subconscientes o intelectuales propician la escritura de sus textos, sea la vastedad cultural del autor o la inspiración, concluimos que no existen posibilidades de escribir una obra narrativa que comprometa conocimiento si no existen bases intelectuales. Borges trata de desmentir la gran erudición con la cual lo han tildado, justificando que el combustible de su obra es la inspiración. En palabras propias, el escritor es un amanuense al cual se le dicta, que es tocado por las musas. Los marineros hemos descubierto la primera ruta trazada por Borges para ser un buen escritor: se necesita disciplina e inspiración, pasión y rigor.

Los cuentos de Borges, que son una clara evidencia de la peculiaridad del autor, trascienden las fronteras de la realidad, y sin embargo nos hipnotiza, nos deja en un letargo en el cual no sentimos que hemos viajado a una ficción que nada tiene que pedirle prestado a la fantasía. Jorge Luis Borges nos enseña que de temas triviales pueden desencadenarse obras interesantes. De esto se encarga “El Zahir”, el extraordinario texto que convierte a una moneda de veinte centavos en un objeto obsesivo para un hombre atropellado por la noticia de la muerte de su amada. El objetivo: recrear ficción sin la necesidad –casi obligatoria– de incluir seres fantásticos como unicornios y quimeras. El resultado: una pieza rayada de cobre que se convierte en un Zahir (un objeto donde se oculta Dios). La necesidad del narrador-protagonista de olvidar la muerte de un ser querido, descrita bajo una elaboración minuciosa, crean el ambiente propicio para impulsar el carácter del cuento. La insistente repetición de la presencia y ausencia del objeto lo hacen inolvidable. Tal vez los subterfugios presentes en este cuento lo obligan a que remate con la frase “quizá detrás de la moneda está Dios”.

Borges nos manifiesta que su gran erudición e imaginación aún no se agotan, y que dispone de un fino sentido crítico para mofarse de aspectos ridículos y absurdos en la vida del ser humano. En “El libro de arena”, juega un rol principal la limitación mortal ante lo infinito. Borges traslada el aspecto imperecedero de la arena al caso de un libro que no tiene una página inicial ni una final. Este cuento es, sin duda, más intrigante. La idea de las obsesiones se mantiene intacta en el autor, y aunque sea aparentemente sutil la forma como se trabaja en los traspiés de los seres humanos, desde un punto de vista filosófico y metafísico, plantea una idea sensacional. Ante esta situación continuamos nuestro rumbo bajo la siguiente indicación: a la hora de escribir, los hechos fortuitos son susceptibles de generar un relato fantástico. Se necesita sólo de destreza, imaginación y una dosis de recursos literarios apropiados.

La nave continúa su curso, y a lo lejos divisamos a “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. En él, se tratan temas sobre la realidad y la imaginación, el idealismo y el realismo: un objeto mágico que modifica la realidad. Referente a esto, Borges habla de la recurrencia a este tipo de asuntos deslumbradores, mágicos y a la vez intrigantes. Y aquí Borges nos da claves para elaborar textos fantásticos: al fijarse en el detalle de la permanente actualización a la que deben someterse las enciclopedias, tan frecuentadas por él desde su niñez, se le ocurre que en un ejemplar de ellas hay un artículo que ninguna otra posee. Es destacable, por demás, el carácter poético del lenguaje y del idealismo que abunda en los hemisferios idílicos de Uqbar. Este cuento, que toca tangencialmente la metafísica, nos hace reflexionar que “la filosofía no es más que una rama de la literatura fantástica”. La obra fantástica de Borges es justamente eso: el reflejo de este mundo de orates encerrados en un mismo manicomio, aquella realidad artificial que supo desglosar correctamente en una gran cantidad de sus cuentos.

Por su parte, “Utopía de un hombre que está cansado” recrea el futuro, el presenta y los ideales de un hombre que considera que no merece vivir. El personaje principal, Eudoro Acevedo, visita en el futuro una finca en medio de una llanura desierta. Su anfitrión, que domina el latín a la perfección, le revela cómo es la vida en el futuro, en la que los hombres viven el tiempo que desean, prefieren la soledad y el arte. La idea del carácter ilusorio de la Tierra es muy antigua, tal vez tomada del Antiguo Testamento. Sin embargo, la originalidad con la cual Borges se atreve a remitirse a uno de los desaciertos más significativos de la humanidad nos sirve como ejemplo clave para enfrentarnos a nuestros cuentos, jugar con la realidad y decidirse a desenmascararla.
Muy lejos de la disyuntiva intelectual-vitalista en la cual oscilaba Jorge Luis Borges, los tripulantes de esta embarcación nos resolvemos en afirmar que la totalidad de su obra es una linterna que, sin ningún esfuerzo, logra iluminar a todos los navíos que ansían llegar a la costa literaria, a la producción de una verdadera literatura. Sin lugar a dudas, Borges es un autor netamente universal. Los navegantes nos acercamos a la proa de nuestra carabela, y aunque nos encontremos un poco distantes de tierra firme, cada vez la observamos más cerca.

miércoles, 15 de julio de 2009

APUNTES MÍNIMOS E INCONCLUSOS SOBRE LA LITERATURA DEL CARIBE COLOMBIANO

¿Existe una literatura regional? De ser así, ¿qué aspectos la caracterizarían y quiénes serían sus representantes? A propósito de este tema, el pasado domingo, 12 de julio, fue publicado en El Heraldo Dominical un artículo escrito por el director del Taller en el que se plantean interrogantes sobre el origen, el presente y el porvenir de nuestra literatura. Haz click en el siguiente vínculo y anímate a leerlo.

martes, 14 de julio de 2009

ASÍ ES EL CUENTO…

El Taller “José Félix Fuenmayor” inaugura el próximo sábado 18 de julio, el evento Así es el cuento...

Una vez por mes, en las instalaciones de Lunabril, se llevará a cabo la lectura de cuentos elaborados por los integrantes del Taller.

Para esta primera jornada, el evento lleva por tema

Así es el cuento… erótico



Y contará con la participación de

Mayra Mola Bandera
Patricia Lemus
Pedro Losada López
Alberto Cortés De los Reyes

Para que no te lo cuenten, entonces, te esperamos en

Lunabril
Carrera 49 # 74-44
Teléfono 3607967
El sábado 18 de julio a las 8 P. M.

El encanto de la escritura

El buen escritor no es quien carece de errores, sino quien logra encantarnos o inmiscuirnos tanto en la intriga de sus textos que no nos fijamos en ellos
(Sesión del 20 de junio)
Elaborada por Antonio Silvera Arenas
Temas: Revisión, argumento, personaje

Empezamos esta sesión con la revisión de “Erlinda”, texto de la tallerista Adela Renowitzky. Se plantearon dos clases de análisis: uno propiamente literario y otro relativo a la escritura. La diferencia entre uno y otro puede resultar muy sutil e incluso inexistente. Una frase mal escrita por causa de una preposición indebidamente usada puede afectar apenas el plano de la escritura, es decir, la redacción en términos “correctos”, pero, si en verdad está mal utilizada, si de ella depende el sentido general puede malograr totalmente el texto. Y, al revés, una “incorrección” de esta naturaleza puede ser la base sobre la que se edifica el efecto estético general del texto, por lo que sería inapropiado verla como una “incorrección”. En este último sentido, vale la pena recordar aproximadamente una frase que no sé ahora de quien proviene, pero sin duda es de alguien que sabía del asunto: “Un buen escritor no es aquel que escribe sin errores, sino el que nos encanta de tal forma con sus textos que pasamos por alto sus imperfecciones”.

Pasando al trabajo en cuestión, se advierte en principio que se refiere a más de un problema y que estos se contradicen entre sí: Erlinda aparece primero como una vieja chismosa, cuyo oficio básico consiste en atisbar lo que hacen sus vecinos para crear chismes que causan conflictos entre ellos. Este pareciera ser el tema del relato, pero luego nos enteramos que el día en que ocurren los hechos se cumple un aniversario del momento en que perdió al amor de su vida y esto es tan importante que lo primero queda relegado. Por último, encontramos que el personaje, sentado desde el comienzo a la puerta de su casa, espera el regreso del hijo, ausente, suponemos, de manera temporal. El asunto es que uno solo de estos tres problemas bastaría para crear una historia. También hay otros aspectos, como la presencia de una vela china, cuya función no está clara, ni explícita ni sugeridamente, en el texto; o una característica del amante perdido, a quien se nos presenta como un hombre de “mirada conquistadora” y con quien Erlinda “se habría llevado el mundo por delante”. En este último caso, el hecho de que sea él una especie de don Juan hace que Erlinda, más que llevarse el mundo por delante, sea otra de sus conquistas.

A estos aspectos, se sumaron otros relacionados con el uso de la coma, que algunas veces falta y, otras, sobra. Al respecto, se advirtió que si bien las reglas no son camisa de fuerza para un escritor, sí es importante que al pasarlas por alto lo haga con conocimiento de causa y en función de un efecto literario que lo justifique. Entre tanto es mejor respetarlas. Para el caso de la coma, se explicaron por lo menos tres usos: (1) inmediatamente después del complemento de una frase, cuando este aparece al comienzo de la misma y no, como debiera ser, después del predicado; (2) para señalar el punto en que se subordina una frase a otra; (3) para señalar el momento en que se coordinan dos frases. También se aludió, aunque no era el caso, a las comas que marcan los elementos de una enumeración, y, por último, a las comas parentéticas, que siempre son dos y deben colocarse una antes y otra después de una frase aclaratoria.
El taller continuó, en un segundo momento, con la lectura del ejercicio propuesto en la sesión anterior. Ahora se trataba de “estirar” el argumento de “Tatuaje”, un excelente cuento breve, escrito por el venezolano Ednodio Quintero. Leyeron en este espacio sus textos los talleristas SorayaRomero, Alberto Alandete, Katheryn Meléndez, María Rojas, Patricia Lemus y Claudia Lama Andonie.
Fue así como pasamos de versiones que optaron por precisar algún elemento en particular del argumento, como fue el espacio en el caso de Soraya. Lo destacable en general fue el carácter ilustrativo del ejercicio que, al pasar de una versión a otra, tomó cada vez mayor independencia con respecto al texto original. De modo que las versiones de María, Patricia y Claudia resultaron verdaderamente originales y, lo más importante, lograron crear una atmósfera de cuento, de verdadero cuento, explotando los distintos elementos que entran en su composición: personajes, espacio, tiempo, narración y, sobre todo, la intriga, eso, que Poe llama “unidad de impresión”.
La sesión terminó con la lectura de “El soborno”, un cuento de Jorge Luis Borges con el que empezamos a estudiar el tema del personaje.

jueves, 9 de julio de 2009

Tres condiciones y un tatuaje



(Sesión de junio 13)



Elaborada por Patricia Lemus
Temas desarrollados: Programa general, el argumento, anécdotas


Desde hace algunos años soñaba con participar en un taller de escritura creativa, incluso varias veces consideré la posibilidad de inscribirme en uno de esos talleres “on-line”, uno de los cuales me envió toda la información necesaria por correo electrónico. Pero nunca me decidí, no por falta de ganas, sino de euros. Pero, quizás sea cierto aquello de que las mejores cosas de la vida no se obtienen con dinero y hoy estoy aquí en un taller de carne y hueso, el Taller Literario José Félix Fuenmayor, que, además de ser un oasis en donde todos los participantes nos enelamos (Dante) con la diosa literatura, tiene como objetivo general: “Propiciar las condiciones necesarias para que los talleristas elaboren narraciones cargadas de valor estético”. Pero, ¿esto cómo se logra? Siguiendo el programa del taller, expuesto en la sesión por parte de nuestro director, podemos decir que se necesitan tres cosas:

• Hay que estar un poco loco, no ser esclavo de la realidad, poder en algunas ocasiones elevar los pies de la tierra.

• Tener un ingenio en particular.

• Poseer una técnica.

No es una tarea fácil, ya lo ven, como diría Cervantes: ¿Pensará vuestra merced ahora que es poco trabajo hacer un libro?

El ingenio se puede estimular aunque nada garantiza que se tendrá éxito, pero ¿quieren un consejo? Hay que leer a los maestros: Tolstoi, Dostoievski, Joyce, Marcel Proust si hablamos de novela; Whitman, Vallejo, Ruben Darío, Antonio Machado, entre otros, en el terreno de la poesía y si de cuento se trata ya habíamos mencionado antes el ABC: Las Mil y Una Noches, El Decamerón, pasando por El Libro de los Ejemplos y los Cuentos de Canterbury, hasta llegar a Poe, Maupassant, Chejov, Hemingway, Cheever y sin olvidar a Borges. Sólo con los grandes, se aprende cuál es el lugar de la literatura en la historia.

Pero hablemos ahora del género que más nos ocupa: El cuento. Dice el cuentista peruano Julio Ramón Ribeyro que un buen cuento debe conmover, intrigar, sorprender o divertir, si puede hacer las 4 cosas mucho mejor. Para ello debe contar con un argumento donde estén bien definidos los personajes, el espacio, las circunstancias. Hay que elegir el tipo de narrador; decidir cómo será la narración, lineal, circular o en espiral; saber si será un cuento realista o fantástico; incluso es bueno estar conscientes del hipotexto, es decir, reconocer aquellos textos del pasado con los cuales el nuestro posea alguna relación. Pero quizá lo más importante de un cuento sea el cierre: Convencional, abierto o simplemente sin final. Lo interesante es encontrar las palabras justas, como el de aquel escritor venezolano, Ednodio Quintero, que despierta nuestra envidia al plasmar en cuatro breves párrafos la extraordinaria historia de un tatuaje maldito y cuyo argumento —el conjunto de hechos que forman la historia, sin atención a la escritura ni a la trama— nos propusimos como tarea “estirarlo”, esto es, desarrollarlo en sus elementos constitutivos básicos: definir personajes, dotándolos de un perfil completo, y precisar los aspectos espaciales, temporales y circunstanciales que apenas se sugieren en él.

También conocimos la anécdota “Extraña petición”, elaborada por David Cabarcas, quien había quedado pendiente de presentarla en la sesión anterior. Su carácter jocoso, si bien produjo impresiones favorables, también fue objeto de algunos cuestionamientos como la expresión forzosa con que se cierra, la dilatación del comienzo y alguna situación concreta que invalidaría una expresión previa.