jueves, 9 de julio de 2009

Tres condiciones y un tatuaje



(Sesión de junio 13)



Elaborada por Patricia Lemus
Temas desarrollados: Programa general, el argumento, anécdotas


Desde hace algunos años soñaba con participar en un taller de escritura creativa, incluso varias veces consideré la posibilidad de inscribirme en uno de esos talleres “on-line”, uno de los cuales me envió toda la información necesaria por correo electrónico. Pero nunca me decidí, no por falta de ganas, sino de euros. Pero, quizás sea cierto aquello de que las mejores cosas de la vida no se obtienen con dinero y hoy estoy aquí en un taller de carne y hueso, el Taller Literario José Félix Fuenmayor, que, además de ser un oasis en donde todos los participantes nos enelamos (Dante) con la diosa literatura, tiene como objetivo general: “Propiciar las condiciones necesarias para que los talleristas elaboren narraciones cargadas de valor estético”. Pero, ¿esto cómo se logra? Siguiendo el programa del taller, expuesto en la sesión por parte de nuestro director, podemos decir que se necesitan tres cosas:

• Hay que estar un poco loco, no ser esclavo de la realidad, poder en algunas ocasiones elevar los pies de la tierra.

• Tener un ingenio en particular.

• Poseer una técnica.

No es una tarea fácil, ya lo ven, como diría Cervantes: ¿Pensará vuestra merced ahora que es poco trabajo hacer un libro?

El ingenio se puede estimular aunque nada garantiza que se tendrá éxito, pero ¿quieren un consejo? Hay que leer a los maestros: Tolstoi, Dostoievski, Joyce, Marcel Proust si hablamos de novela; Whitman, Vallejo, Ruben Darío, Antonio Machado, entre otros, en el terreno de la poesía y si de cuento se trata ya habíamos mencionado antes el ABC: Las Mil y Una Noches, El Decamerón, pasando por El Libro de los Ejemplos y los Cuentos de Canterbury, hasta llegar a Poe, Maupassant, Chejov, Hemingway, Cheever y sin olvidar a Borges. Sólo con los grandes, se aprende cuál es el lugar de la literatura en la historia.

Pero hablemos ahora del género que más nos ocupa: El cuento. Dice el cuentista peruano Julio Ramón Ribeyro que un buen cuento debe conmover, intrigar, sorprender o divertir, si puede hacer las 4 cosas mucho mejor. Para ello debe contar con un argumento donde estén bien definidos los personajes, el espacio, las circunstancias. Hay que elegir el tipo de narrador; decidir cómo será la narración, lineal, circular o en espiral; saber si será un cuento realista o fantástico; incluso es bueno estar conscientes del hipotexto, es decir, reconocer aquellos textos del pasado con los cuales el nuestro posea alguna relación. Pero quizá lo más importante de un cuento sea el cierre: Convencional, abierto o simplemente sin final. Lo interesante es encontrar las palabras justas, como el de aquel escritor venezolano, Ednodio Quintero, que despierta nuestra envidia al plasmar en cuatro breves párrafos la extraordinaria historia de un tatuaje maldito y cuyo argumento —el conjunto de hechos que forman la historia, sin atención a la escritura ni a la trama— nos propusimos como tarea “estirarlo”, esto es, desarrollarlo en sus elementos constitutivos básicos: definir personajes, dotándolos de un perfil completo, y precisar los aspectos espaciales, temporales y circunstanciales que apenas se sugieren en él.

También conocimos la anécdota “Extraña petición”, elaborada por David Cabarcas, quien había quedado pendiente de presentarla en la sesión anterior. Su carácter jocoso, si bien produjo impresiones favorables, también fue objeto de algunos cuestionamientos como la expresión forzosa con que se cierra, la dilatación del comienzo y alguna situación concreta que invalidaría una expresión previa.

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