miércoles, 4 de agosto de 2010

MATERNIDAD

Nuestro cuarto "cuento en cuestión" es obra de Luz Helena Arroyo. Participemos, entonces, en su análisis sin olvidar los elementos pertinentes (argumento, trama, narrador, personajes, ambiente, recursos literarios y lenguaje).

Maternidad

Luz Elena Arroyo Ruiz

Poco a poco me va cubriendo. Tierra en cada rincón. Está por todos lados, como mi madre. Escucho sus palabras suplicando perdón. No me interesa saber, no quiero enterarme. Su voz me recuerda que no pude escapar del ciclo: nacer, crecer, reproducirse y antes de morir, envejecer culpando a los hijos por lo que no pudo ser.

Mi hijo, él crecía en mi vientre odiando sus quejas al igual que yo. También me odiaba a mí. Me detestaba por someterlo a la pesadilla de repetir mi vida, podía sentir su rabia en cada movimiento, en cada malestar. Yo tampoco lo quería. Me fastidiaba como esta tierra que no logro quitarme de encima.

Empecé a desear que desapareciera para no soportar el sermón diario. Por su culpa debía aguantar a esa mujer que no dejaba de hablar. Caminaba de un lado a otro criticándome, recordándome todas las cosas que no podría hacer con un niño a cuestas. No perdía oportunidad para repetir “¡Te lo dije!”. Eso le daba cierto placer.

Estaba cansada de ambos, de su manipulación, sentía que me asfixiaban. Ella, que se creía más sabia que yo por el hecho de parirme. Y él, que seguía creciendo en mis entrañas.
No lo soportaba, quería volver a lo de antes, andar por ahí sin la cantaleta de mi madre y la barriga inflada como un globo.

Mi vecina me dio la solución anotada en un papel. Aunque un poco arriesgada por el tiempo de embarazo, era perfecta para recuperar la libertad que esos dos me habían quitado.

Funcionó bien, me deshice de él, pero ahora estoy aquí. Mi cuerpo no se mueve, mis pies no pueden llevarme lejos.

Deja de caer la tierra. Allá arriba, junto a los vivos, mi madre llora por nuestra ausencia.

3 comentarios:

Claudia Lama dijo...

Hola Luz Helena, todos.

Argumento: Es un tema que sigue teniendo vigencia.

Trama:
Es más claro el cuento ahora, me parece. De todas formas en algunos párrafos me confundí creyendo que narraba el hijo, pero hacia el final me di cuenta que todo era narrado por la chica. Quizá me pasó por que traía ideas de la primera lectura.

Lo de la vecina, quinto párrafo: omitir lo de riesgoso para no robarle impacto al final. Lo del embarazo avanzado se puede sugerir de otra manera.

Yo quitaría el último párrafo porque rompe la inconsciencia de la chica en cuanto a su muerte, mata el efecto del sexto párrafo. Por mí se quita. Ya se sabe que la madre está arrepentida desde el primer párrafo. Yo acabaría el cuento con el sexto párrafo, pero ampliaría el estado de ella y dejaría al personaje sin consciencia cierta de su muerte, como en un estado de confusión, de perplejidad.

Narrador: Me parece adecuado.

Personajes: Por ningún lado se menciona al padre del niño, se entiende que el tipo no se hizo responsable, pero quizás quepa mencionarlo para acentuar aún más el aborrecimiento de esta chica por su hijo y su desesperación ante la realidad que tiene que enfrentar.

Ambiente: Aquí creo que se puede trabajar un poco más.

En el primer párrafo: Poco a poco me va cubriendo... Tratar de no revelar tanto la situación de la chica para que el final tenga mayor impacto, no anticiparlo. Ahí se pueden usar recursos literarios que no aludan tanto a la tierra, pero sí a la oscuridad y encierro de la chica o la tierra como símbolo de algo... no sé.

Lenguaje:

Me parece que queda mejor en el primer párrafo: Y antes de morir, culpar a los hijos por lo que no pudo ser (la chica no alcanzó a envejecer).

Tercer párrafo: No afirmar: Eso le daba cierto placer, sino algo así como: Parecía darle placer. Es algo que a la narradora piensa, pero no puede asegurar.

Cuarto párrafo: Mejor: Por el hecho de haberme parido.

Taller Literario "José Félix Fuenmayor" dijo...

El tema y la historia (argumento) no son nuevos, pero ni una cosa ni otra lo son realmente en la literatura. Por eso mismo, debe ser muy particular la forma de expresar la materia (recuérdese el texto de Rulfo), especialmente en un texto como este, que se refiere al viejo problema de la maternidad. Es allí donde cobran relevancia los otros elementos a considerar en un relato: la trama, el narrador, los personajes, el ambiente, los recursos literarios y el lenguaje.

Con respecto al narrador y a los personajes, en este relato, con la excepción de la vecina, prácticamente son todos uno solo. Esto porque se ha optado por una especie de monólogo, que como tal raya en lo lírico (en este caso se trata de una protesta o de una justificación más que de una historia). Analicemos a la madre (de la narradora): es cierto que aparece pidiendo perdón en el primer párrafo, pero, salvo este hecho, que la deja ver al pie del sepulcro y que se retoma al final cuando, allí mismo, llora; en el único momento en que ella pareciera cobrar autonomía (al final del segundo párrafo, cuando dice “Te lo dije”), su parlamento resulta catalizado por la voz de la narradora-personaje. En cuanto al niño, por hacer parte aún del cuerpo de la mujer, tiene un carácter aún más ambiguo como personaje.

Esto le da un tono especial al texto, pues lo deja en una especie de limbo genérico, que, justamente, podría dotarlo -y de hecho es así- de singularidad. Quizá una definición elemental de los géneros literarios, cuya autoría no recuerdo ahora (a lo mejor se deba a Plotino) podría precisar lo que digo. Esa definición se basa en las voces participantes en el texto y más o menos sugiere que los géneros narrativos son aquellos en los que hablan el autor y los personajes; los dramáticos, aquellos en que solo hablan los personajes y el lírico, aquel en que solo habla el autor. Ahora bien, en un texto narrativo no se trata necesariamente de que “hablen” los personajes y el autor (léase narrador), pero sí es muy importante que uno y otros estén definidos.

Hay que decir siempre que esto de los géneros literarios ha sido cuestionado hace mucho tiempo, sobre todo desde el romanticismo y se suele señalar como el principal hito el prólogo del drama Cronwel, de Víctor Hugo, que proclama la completa libertad del autor para crear. No obstante, como el énfasis de nuestro taller es narrativo y, especialmente, en el complejo género del cuento, me atrevo a sugerir algunas ideas para darle más cara a la madre de la narradora-personaje, así como al niño, a la vecina, al ambiente y a la misma narradora. Se trata sencillamente de aprovechar lo que ya está en el texto. Por ejemplo, cuando la madre cantaletea caminando de aquí para allá, se puede expresar que sus chancletas suenan. Igual puede hacerse con los malestares que le ocasiona el embarazo a la narradora (vómitos, náuseas, etc.), que se pueden describir o “mostrar”.

Con respecto a la trama, siguiendo el apunte de Claudia sobre el final: ¿Y si en vez de todo lo que sigue después de la frase “Pero ahora estoy aquí” (penúltimo párrafo), se volviera al inicio?, más o menos así:

“Funcionó bien. Pero ahora estoy aquí. Tierra en cada rincón. Está por todos lados, como ellos. Poco a poco me va cubriendo.”

Creo que la circularidad le daría un efecto más rotundo a la historia, más lírico si se quiere, y más consecuente con la insatisfacción de la narradora-personaje, aún después de muerta. En lugar del súbito retorno al mundo “de los vivos” con que se cierra el texto.

Anónimo dijo...

Claudia, Profe
Gracias por los comentarios.Que bueno contar con sus opiniones para mejorar y seguir aprendiendo. Gracias por la oportunidad de compartir mis inquietudes en : "El cuento en cuestion",