viernes, 10 de agosto de 2012

Entre mundos

Por Domingo Bolívar Peralta

(Sesión del 3 de agosto de 2012)


Una vez más nos encontramos dentro del cubo. Cada vez que trasponemos la puerta nos deslizamos entre mundos que se crean y se destruyen dentro de sí mismos, infinitos dentro de sus propios límites. Esta cita no se cumple por cumplir un compromiso: venimos porque nos da la gana, porque nos gusta hacerlo, explorar esos mundos cuyos tesoros y miserias alimentan nuestros mundos.

El chamán inicia el ritual, siempre informal, y nos entera de recientes logros personales que la concurrencia celebra, aunque signifique, según una decisión que deba tomar, separarse de la tribu durante varias rotaciones sobre su eje. Estamos de acuerdo en que debe elegir lo mejor para el grupo: lo mejor para él; quien regresará eventualmente con más poder para convocar aquellas deidades conocidas y otras aún ignoradas.

Una de nuestras feligresas toma la pipa y en el humo se revela una próxima exposición de sus pinturas en los muros del gran templo que nos acoge. No todo es motivo de alegría: en una nueva bocanada de esta misma mujer, el humo enseña que una miembro de la tribu tiene graves quebrantos de salud. Tanto el chamán como los congregados soplamos al humo aliento vivificante para que nuestra compañera se mejore.

Luego de esto, y para animar la reunión, el ritual continúa con versos del chamán. Hermoso poema suyo, que interpreta luego de abrir en dos uno de esos mundos que carga en su universo.

Comentado el poema, cuatro cómplices de viajes entre mundos leen sus países soñados, muy diferentes cada uno de los otros y en donde se pudo apreciar temor, anhelos, gracejo, decepción, esperanza… tres países utópicos para sus autores y uno que quizá no es el país soñado sino “pesadillado” por su autora.

Tomamos una totuma de yagé que el chamán nos ofreció y el líquido abrió nuestra conciencia. Reflexionamos sobre la importancia de trabajar con ahínco un texto literario, mas lo más importante siempre será la imaginación. Ésta tiene preponderancia sobre las reglas (y las reglas, en muchos casos, son para romperlas). Lo importante es mostrar un trabajo que demuestre arte.

Nuevamente el chamán hace una invocación, a una deidad conocida como Voltaire, y nos conduce a un mundo creado por ese dios. Nos lleva a “El Dorado”, en donde vemos a un personaje de nombre Cándido y a su servidor en un esplendoroso y oculto país andino en el cual sus habitantes son descendientes directos de los Incas, quienes viven aislados gracias a las características del relieve y ubicación de tal lugar. A través de este mundo, el chamán conjura a Voltaire para que nos enseñe a crear mundos a partir de las formas que llenarán el espacio vacío, a construir el paisaje natural, el paisaje urbano, interiores y exteriores de grutas o habitaciones… de la forma en que los personajes interactúan con el lugar.

Finalmente quedamos en volver el próximo sábado. Los que no presentaron su país soñado tienen chance de hacerlo. Abandonamos el cubo mágico para regresar al único mundo que, siendo tal vez el único verdadero, y punto de partida para la creación de los demás, tiene la capacidad de devorar a los demás y de no dejar siquiera rastros de aquellos.

Apunte final: ¿Los jóvenes menores de 30 ó 25 se pusieron de acuerdo para no asistir? ¿Hubo acaso un evento que los raptó?

4 comentarios:

Matilde de Robayo dijo...

Hola Domingo, me encanta el estilo que utilizaste en esta bitacora, desde Estocolmo agradezco este compartir los sabados porque me permiten vivir esos momento, y lo logras con mucha facilidad. Solo me quedan dos huequitos por llenar: cual es la distincion que se gano el Chaman y que lo alejaria del grupo? y quien es la compañera enferma? Un abrazo

Isabel dijo...

!Espectacular, me gustó mucho tu escrito, que imaginación.Deberías leer más cosas tuyas en el taller.

Anónimo dijo...

Matilde... El Chamán ganó unas becas para seminarios o maestrías (o algo así) en Literatura. Posiblemente deba irse por un tiempo.

La compañera en delicado estado de salud... no recuerdo ahora el nombre, ni lo recordé cuando escribí la bitácora. Casi no distingo a ninguno por los nombres en el Taller.

Domingo.

¡No soy un robot!

Marjorie dijo...

Excelente, Domingo. Creativo, interesante.. me gustó mucho. He extrañado ir al taller, y ver todo esto "en vivo y en directo".

Un saludo a todos, felicitaciones Domingo,

Marjorie