jueves, 24 de mayo de 2012

“Un mundo más antiguo y más firme”

(Bitácora de la sesión del 19 de mayo)

Por Claudia Lama A.

El pasado sábado 19 de mayo, aprovechando que “las tareas y acaso la indolencia” no me retuvieron, decidí asistir a la sesión del taller como buscando “un mundo más antiguo y más firme”. En esta oportunidad analizaríamos uno de los cuentos más reconocidos de Jorge Luis Borges, “acaso mi mejor cuento”, El Sur, con el fin de reconocer la importancia del orden de las secuencias de la historia para luego aplicarlo a nuestros cuentos.

En esta ocasión contamos con la grata compañía de un integrante del taller Relata de Riohacha, Jairo Brochero, quien hizo interesantes aportes a lo largo de la sesión.

Comenzamos con el anuncio de la próxima visita del escritor asociado, Roberto Burgos Cantor, programada para la segunda quincena de junio, con el fin de irnos familiarizando con su obra. Entre sus publicaciones están “La ceiba de la memoria” y la colección de cuentos “Una siempre es la misma”.

Comentamos, claro, sobre la muerte de Carlos Fuentes, lo que dio pie a la mención de uno de los más destacados escritores del Caribe, de Martinica, Aimé Césaire, quien destacó además por su compromiso político en favor de los oprimidos. Junto con otros, en los años 30, inició un movimiento por el rescate de la identidad africana y el fomento de su cultura. Entre sus obras están “Cuaderno de un retorno al país natal” y “La tragedia del rey Christophe”.

Continuamos la sesión leyendo el cuento de Borges para luego identificar el argumento: Juan Dahlmann, de abuelo alemán se identifica con su abuelo materno argentino quien murió de una manera romántica. Ha logrado salvar el casco de una estancia en el Sur, herencia de su familia materna. Dahlmann, secretario de una biblioteca, distraído con un tomo de Las mil y una noches, se golpea en la frente con una ventana abierta, lo cual le produce una terrible infección. Pasa ocho días enfermo en casa y luego es trasladado a un sanatorio donde es operado y experimenta la fragilidad y humillación de la enfermedad. Cae en cuenta de su cercanía con la muerte cuando el cirujano le dice que estuvo a punto de morir de una septicemia. Otro día el cirujano le dice que gracias a su recuperación pronto podrá ir a convalecer en su estancia en el Sur. Llega el día esperado y Dahlmann emprende viaje, antes de abordar el tren se detiene a tomar un café. Aborda el tren, pero debe bajarse en una estación diferente a la habitual. Le recomiendan un almacén donde podrá conseguir transporte para llegar a su destino. Al llegar al almacén ve a un viejo gaucho recostado en el mostrador mientras unos “muchachones” comen y beben en una de las mesas. Dahlmann come algo y de pronto siente bolitas de miga en su rostro. Son los hombres de la mesa. Dahlmann no anda buscando pelea en su condición convaleciente, pero el patrón, el gaucho y el destino se confabulan para que a Dahlmann no le quede más opción que enfrentar al “compadrito de la cara achinada” que lo reta con obscenidades y un cuchillo. Dahlmann sale a la llanura empuñando con firmeza la daga que le arrojó el gaucho, a morir de la muerte que de haber podido hubiera escogido en el sanatorio.



Observamos que el primer párrafo del cuento, donde Borges nos presenta al personaje principal, es un comienzo atípico para un cuento porque hemos leído y oído que el cuento debe enganchar al lector desde la primera frase. Algunos compañeros consideraron este comienzo como aburrido e incluso lo hubieran suprimido, pero vimos que estos datos son fundamentales en la historia.

Algunos también opinaron que borrarían el quinto párrafo, en el que Dahlmann entra a un café y acariciando a un gato reflexiona sobre el tiempo, pero el cuento sin este párrafo perdería, en mi opinión, buena parte de lo que lo hace típicamente borgiano.

Luego del argumento seguimos el análisis con el orden de los acontecimientos. Se generó una discusión sobre el desenlace ambiguo del cuento, sobre si el desenlace es o no un sueño de Dahlmann quien en la realidad nunca salió del sanatorio. Algunos opinamos que sí, otros que no, pero apartándonos del terreno de la interpretación pronto volvimos a lo que nos concernía, el orden de los acontecimientos en el cuento, con la colaboración acertada de Patricia Lemus. En este punto también observamos que la estructura de El Sur es lineal.

Faltando media hora para dar por concluida la sesión se dio paso a la lectura de textos de los integrantes del taller. Raúl nos leyó su cuento “Sabemos de quien es la culpa”, ciertamente no fue del gato negro ni del ejemplar de Las mil y una noches del cuento El Sur, pero nos pareció a la mayoría que el cuento de Raúl tiene muchas reiteraciones, los diálogos se extienden más de lo necesario y el narrador usa un lenguaje inapropiado.

Y así terminó la sesión y yo que no planeaba esta lucha, me encontré con que el gaucho me arrojó la daga asignándome la bitácora de esta semana. Salgo a la llanura agradecida de haber encontrado “un mundo más antiguo y más firme” en compañía de los integrantes del JFF.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Borges dio para mucho. Las interpretaciones al cuento, las vueltas que dimos en torno a él, a detalles aparentemente insignificantes.

Tienes razón, nosotros, los que asistimos a este taller, recogemos el puñal que nos lanza un viejo y salimos a la lucha.

Domingo.

Matilde de Robayo dijo...

Gracias Claudia. No pude asistir porque estaba en Bucaramanga y tu bitácora me remitió a la reunión.

Adolfo dijo...

¡Excelente!
Una bitácora concisa y entretenida. Además, la nueva presentación del Blog me gusta mucho: es sobria y se siente más organizada.
¡Gracias Claudia!