(Bitácora de la sesión del sábado 14 de
marzo de 2015)
Por: Patricia Lemus Guzmán
Es costumbre de casi todos los mortales hacer buenos propósitos al
iniciar un nuevo año: bajar los kilos que tenemos de más, dejar de fumar,
aprender inglés, leer más, escribir con disciplina, llegar temprano, hacer la
bitácora de todas las sesiones del taller… en fin, múltiples intenciones que a
medida que avanzan los meses se van quedando solo en palabras. Pero como apenas
es marzo y es muy temprano para empezar a fallar (¡pilas Juan Carlos, nos
quedaste mal!), he sido elegida extemporánea y dedocráticamente para que nuestro propósito del 2015 no quede solo
en palabras, o mejor dicho, para que quede en palabras nuestra sesión del
sábado anterior.
“Todo está en la palabra…—dice Neruda— una idea
entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se
sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le
obedeció”. En eso consistía precisamente el ejercicio con que se inició la
sesión: tomar uno de los tres poemas de Juan Gelman estudiados con anterioridad
y con las mismas palabras, escribir otro texto. “Arte poética” fue el elegido
por Adela, Hernando y Raiza. Los tres lograron textos muy diferentes al
original, pero mientras en los de Adela y Hernando, se sentía aún presente el
mensaje de Gelman sobre el oficio de escribir, en el de Raiza sí hubo un cambio
de fondo y se convirtió en un poema de tono nostálgico acerca del otoño. Luego
siguió César, que transformó el poema “Lluvia” en un texto bastante gracioso de
un hombre que tiene “tormentas en el corazón” porque su mujer le pone los
cuernos con el vecino de al lado. Finalmente, yo —saliéndome un poco del libreto—
escogí el Poema 15 de Pablo Neruda y leí una versión algo cómica y disparatada
de “Me gustas cuando callas”.
Y seguimos con Neruda. Esta vez con la lectura de
“El hombre invisible”, de su libro “Odas elementales” donde el autor se critica
a sí mismo, a sus poemas de juventud, a los poetas que siempre dicen “yo”, que
solo le cantan a su dulce amada, a sus sentimientos y se creen muy
interesantes. Con este texto, Neruda reafirma la idea expuesta desde el inicio
del taller: el escritor debe ir más allá de su propia vida, la poesía no se
trata solamente de lo que le pasa a él, no se trata solo del amor, el océano o
las estrellas. En ocasiones, hay que volverse invisible para visibilizar a los
otros: al panadero, al albañil que se cayó del andamio, a la muchacha que
madruga a trabajar, al pescador, al librero; cada uno tiene una historia y el
poeta debe ser la voz de todos ellos y reunir todas las vidas en su canto.
Y aunque esas vidas sean diferentes, siempre hay
algo que nos conecta, algo con lo cual nos sentimos identificados, historias que
parecieran repetirse. Pasa en la vida y pasa en la literatura. Muchas veces se
ha dicho que solo existen tres grandes temas: la vida, el amor y la muerte, y
que no existe un texto que pueda considerarse ciento por ciento original. Los
escritores se alimentan de los libros que han leído y ya sea consciente o
inconscientemente algo de éstos sale a relucir en sus obras. Ejemplos hay
muchos: “La Eneida” de Virgilio, es una clara alusión a “La Ilíada” y a “La
Odisea” de Homero; la idea de Macondo la tomó García Márquez del condado de Yoknapatawpha
creado por William Faulkner. Además, algunos estudiosos de Cien Años de
Soledad, afirman que en esta obra hay múltiples influencias que van desde La
Biblia (empieza con la génesis de Macondo y termina con su apocalipsis), pasando
por El Quijote (las múltiples guerras perdidas de Aureliano Buendía) hasta
llegar a dos grandes novelas
colombianas: María (el incesto) y La Vorágine (la violencia). Además de estas
influencias subrepticias, hay autores que se inspiran abiertamente en algún
tema de la literatura, es el caso de Constantino Cavafis quien escribió varios
poemas basados en las obras homéricas. En la sesión del sábado anterior, el
profesor Silvera leyó “Troyanos”, en donde el poeta griego iguala las
vicisitudes de nuestra vida diaria con las que vivieron los troyanos en el
relato de La Ilíada. Se podría decir que Cavafis “actualiza” la novela de
Homero, en una clara demostración de que, a pesar del paso del tiempo, los dramas de los seres humanos
siguen siendo los mismos. Otro ejemplo que leímos sobre poemas inspirados en
obras literarias fue “La alondra y los alacranes” de Giovanni Quessep, donde se
hace alusión, a García Márquez, con las mariposas amarillas de Mauricio
Babilonia y a Shakespeare con el canto de la alondra. A propósito de estas
lecturas, surgió una tarea: escribir un texto basado en alguna obra,
acontecimiento o personaje de la literatura que admiremos o que nos llame la
atención. La alusión puede ser de manera explícita, como en los dos poemas
mencionados antes, o implícita, de tal forma que al leer el texto, los demás tratemos
de identificar a qué obra se refiere.
Antes de finalizar la sesión, Daniel leyó un cuento sobre
uno de sus personajes recurrentes: Lucía (¿quién será esa Lucía que le inspira
tantas historias a Dany? sospecho que es como la Lucía de Serrat “la más bella
historia de amor” que tuvo y tendrá). En esta oportunidad Lucía llega a una
playa de vacaciones y despierta el interés de un salvavidas (el narrador de la
historia) que ama el mar y odia el momento en que aparecen los
créditos en las películas. La historia está dividida en fragmentos cortos
separados por números, sobre lo cual hubo opiniones encontradas ya que algunos
consideraron que era mejor eliminar esta numeración y otros pensaron que sí
funcionaba de esa forma. En lo que sí hubo coincidencia fue en que Daniel debe
trabajar más la parte final, ya que él pretendía mostrar el amor, no solo del
salvavidas, sino también el amor del mar hacia la muchacha, lo cual no quedó
claro en la historia. Y es que no siempre resulta claro escribir sobre el amor,
porque como diría Gelman: “…el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa
y solo el alma sabe dónde las dos se encuentran…”.
3 comentarios:
Gracias Patri por compartir con tanta fluidez y sabrosura, transfieres lo chévere que lo pasaste. Un abrazo.
Bien Patricia. El remate de la bitácora, retomando a Juan Gelman, ha sido genial.
Gracias, Patri....muy amena la bitácora. Un resumen fiel a lo que sucedió ese sábado....
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