Por Domingo Bolívar
Peralta
(Sesión del 22 de junio)
El veintidós de junio
del año dos mil trece del calendario gregoriano, Antonio Silvera no pudo
asistir a la acostumbrada reunión de los sábados. Con una semana de antelación
había manifestado que no dirigiría la sesión por compromisos ineludibles. Entonces,
varios miembros del Taller Literario “José Félix Fuenmayor” expresamos nuestro
deseo de volver a encontrarnos en el habitual recinto de Comfamiliar del
Atlántico este veintidós, y Silvera estuvo de acuerdo. Él dejó todo arreglado
para que el vigilante de turno abriera el aula a los contertulios, y así
sucedió.
Llegó gente que incluso
tenía semanas de no venir, como Juan Miranda y Paula. Llegaron también a la
cita Adela, Patricia, Ana Julia, Sebastián, Isabel Cristina, María Margarita,
Jorge Raúl y yo, por supuesto.
Raúl, como también se
había acordado en la anterior reunión, dirigió este cónclave literario, con un
poquititico de mi ayuda, porque cierto es que lo hizo muy bien.
Empezó con definir un
orden del día, así: primero: Qué están leyendo actualmente y/o recomendaciones
bibliográficas de los compañeros y compañeras presentes; segundo: lectura a
varias voces del cuento de Julio Ramón Ribeyro, “Sólo para fumadores”, y
comentarios sobre este texto a medida que se iba leyendo (porque teniendo en
cuenta la extensión del mismo, consideramos que tal vez no alcanzaríamos a
leerlo completo —como sucedió— y así dinamizaríamos este ejercicio, aparte de
que había sido propuesto con anticipación para que fuese leído por los
talleristas en sus momentos de sagrado ocio); y tercero: lectura de textos de
compañeros del taller.
El primer punto tuvo
como resultado la siguiente cosecha:
La fuerza del destino,
Voltaire.
Las muñecas de Juana
no tienen ojos, Álvaro Cepeda Samudio.
Dichos de Luder, Julio
Ramón Ribeyro.
A la deriva, Horacio
Quiroga.
Noviazgo, amor y
matrimonio, Hally Monroe (autora canadiense).
Rompan caras, ¡carajo!,
Rafael Baena.
El amor en los tiempos
del cólera, Gabriel García Márquez.
La ceiba de la
memoria, Roberto Burgos Cantor.
Retrato en sepia,
Isabel Allende.
La casa de los
espíritus, Isabel Allende.
¿Qué es la vida?, José
Félix Fuenmayor.
Prisionero del agua,
Alexis Díaz Pimiento.
Las mil y una noches,
Anónimo.
El matrimonio del
Cielo y el Infierno, William Blake.
Pasamos al segundo
punto: leímos “Sólo para fumadores” y comentábamos, mientras leíamos, acerca de los recursos y aspectos llamativos en el texto de Ribeyro. Aunque no lo
leímos por completo, alcanzó para dejar en el ambiente un delicioso olor a
nicotina (aclaro: yo no soy tabaquista y poco me gusta el humo del cigarrillo,
pero disfruté todos los cigarrillos que Ribeyro nos fue encendiendo).
El tercer punto se
desarrolló así: Juan Miranda leyó una crónica suya, de un viaje que hizo no ha
mucho a La Habana. El texto empezó gracioso y así se mantuvo, a pesar de sus pequeños
dramas. Reírse de las adversidades es fácil después que han pasado o cuando no
las vivimos en carne propia, aunque creo que todos nos sentimos tocados por la
narración de Juan en lo que concierne a los líos burocráticos y lo despistados
que podemos llegar a ser algunas (apenitas algunas no más) veces.
Luego Jorge leyó un
texto suyo, más introspectivo, que fue difícil comprender. Empieza con un joven
esperando un bus a la salida de su universidad y una muchacha embarazada, de
piel negra, con la que entabla conversación. El final nos confundió a todos.
El vigilante de
Comfamiliar se asomó y comprendimos que debíamos desalojar el pequeño cubo, mas
la sesión no terminó al salir, pues nos sentamos afuera, alrededor de una mesa
y seguimos conversando sobre el texto de Jorge y otros temas. Pusimos fin
expresando nuestra satisfacción con el desarrollo de este nuevo encuentro.
4 comentarios:
Completa y exacta. Buen resumen. Gracias por su dedicación pudimos salvar el sábado. un aplauso para los dos.
Adela
Muy bien escrito amigo Domi. Para my fue tarde deliciosa que recordaré. Lastimosamente no puedo seguir acompañándolos en el taller ya que estoy viviendo en Bogotá. Sin embargo sigo siendo un Fuenmayor y espero seguir en contacto con el taller y dejar en alto nuestro taller aquí en la capital. Gracias a todos.
Raúl buen viento y buena mar en la nevera, que al principio golpea, pero que al adaptarse es la ciudad que más nos ofrece eventos de literatura, música, paisajes y todo lo que hace gozar el espíritu y el cuerpo.
Gracias Domingo, tienes un don especial para captar imágenes que conviertes en deliciosas bitácoras.
Gracias por lo que me toca, y Raúl, compañero, le deseo de verdad que le vaya muy bien no sólo en lo laboral sino también en lo literario. NO deje de cultivar esa pluma, jeje.
Publicar un comentario