Por Domingo José Bolívar Peralta
(Sesión del sábado 20
de abril)
Una vez más, el viejo
muchacho intentará resumir otra jornada de esta cofradía aventurera en su largo viaje. Compañeros sabatinos que durante unas
cuantas horas abordan la misma nave para partir, por los siglos de los siglos, a
través de rutas diferentes, hacia un solo destino: Ítaca. —¿Cómo es eso? —Así
como lo digo. —Imposible. —Claro que no, es precisamente eso lo que los lleva a
la nave. —Sigo sin entender. —Es que tú nunca has hecho lo que ellos hacen.
Fíjate, semanalmente alguien les mirará extrañado a la vez que les dirán que
malgastan el valioso tiempo en algo enteramente improductivo, inútil. —¿Acaso
no lo es? —Sí, lo es; pero sin actos inútiles la vida sería hueca, totalmente
inútil. —¡Dices unas cosas tan absurdas! Además, no has explicado mi pregunta
inicial. —¿Cuál pregunta? —No sé por qué te aguanto. —Porque sin mí estarías muerto de aburrimiento, que es mucho peor que
morir de viejo. —Eso de ir por
distintas rutas cada tripulante de una misma nave… —¡Ah, fácil! ¿Has oído de los viajes astrales? Eso es lo
que consiguen al entrar a la nave. Sus cuerpos están ahí, en tanto sus espíritus
recorren los horizontes y sobre las olas escriben sus notas de viaje. ¡Si
leyeras lo que escriben! —¡Eso es brujería! —¡Por fin, ya lo estás entendiendo!
—Ajá, ¿qué fue lo último que hicieron?
(Si hubiese atendido
las reglas sobre cómo escribir bien un diálogo, habría dicho que cambiaba de
posición o me levantaba de la silla y luego volvía a sentarme, gesticulaba,
tomaba agua, me rascaba los huevos, miraba el piso de mi habitación y deploraba
las tres semanas de mugre que acumula. Todo esto al cambiar de voz entre uno y
otro interlocutor. Pero en realidad no
hay uno y otro: hay uno y en el uno hay otro. Cosas de Borges.)
Seguimos estudiando la
poesía lírica, de la cual podemos decir que es “evocación de experiencias a
través de la palabra”, y en ella prima la emotividad, aunque también lo
reflexivo o filosófico cabe en su ámbito temático, y que con el transcurrir de
los siglos ha ido variando, diversificándose tanto en la forma como en el
fondo. Como los autores narrativos, los autores líricos construyen uno o varios
personajes para sus obras: el yo poético
o yo lírico, que viene a ser el
equivalente al narrador en cuentos y novelas, sin embargo este yo lírico, aunque sea un personaje
ficticio, está muy cargado con las experiencias personales del autor, sus
vivencias. Uno de los tripulantes de la nave, el capitán precisamente, está
convencido de que la poesía lírica sólo puede ser compuesta por personas
plenamente conscientes de sí mismas o que cuestionen su existencia, a lo cual
llamó “conciencia poética”.
Entrando un poco más
en detalle, se mencionó la poesía en prosa, que es poesía
lírica mas rompe con la concepción tradicional de la misma por prescindir del
verso, pero donde las imágenes metafóricas, el uso
del lenguaje en el tratamiento de ciertos tonos en la expresión para los temas
que se tocan, son propios de la lírica.
Por supuesto, se
leyeron varios poemas para ilustrar lo que se expone en teoría. Desde poemas
clásicos de la Grecia que aún no conocía la expresión “Estado en quiebra” hasta las vanguardias de principios del Siglo XX, representadas por el
brasilero Manuel Bandeira. Esta poesía vanguardista es el intento (en mayor o
menor grado según la corriente y el autor) de romper con la forma y el fondo
tradicionales de la poesía. Una manifestación en donde el poeta que aborrece de
pedestales arremete contra un mundo que lo ha convertido en un objeto exótico.
Estas vanguardias tienen como antecedente la figura paterna de Charles
Baudelaire y el Siglo XIX.
La poesía lírica moderna
rompe con la métrica y la rima, e incluso con el ritmo, proponiendo una
libertad (o libertinaje, como el nombre del poemario de Bandeira) creativa,
donde no se le pongan límites a la manera de expresar lo emotivo y lo
reflexivo. En cuanto al fondo, es decir los temas de que hace uso, se plantea
que nada está vedado, tanto así que un motivo para escribir poemas resulta ser la
poesía misma.
Como cada espíritu es
libre de ir por donde crea que mejor se llega a Ítaca, uno de ellos ha tomado
una ruta que le indica que los poemas existen de por sí, como de la misma
sustancia quizás de los sueños, que tal vez siempre han existido, y ellos sólo
esperan y escogen a quien los lleve a la materialización por medio de la tinta
(o el byte). Interesante idea. Y tú
dices que yo estoy loco. «Y también tu
compañero». Todo esto entre un montón de cosas más.
Finalizo con quien no
finalizamos ni empezamos: Borges. Leímos “Borges y yo”. «Borges también está
loco, míralo allí, viéndonos con su aleph como si no estuviera ciego».
4 comentarios:
Buen trabajo Domingo. El otro también, hizo lo suyo. Los dos, verán si en el camino se ponen de acuerdo. Por lo pronto se lucieron!!
Domingo: Como sigas escribiendo bitácoras tan buenas, vas a quedar matriculado...
Creo que tocará, porque nadie las pide y a todos se nos olvida.
Domingo, estás filosofando de maravillas! Sigamos leyendo a Borges y enrumbados en la poesía....Adela
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