Por Nahum Montt
El método Rulfo: Tres puntos de apoyo
Decía Juan Rulfo que para contar una historia sólo se necesitaban tres puntos de apoyo: crear el personaje, crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y definir cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar. Veamos la cita completa:
“Todo escritor que crea, es un mentiroso: la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación. Considero que hay tres pasos: así como en la sintaxis hay tres puntos de apoyo: sujeto, verbo y complemento; así también en la imaginación hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje, el segundo crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar, es decir, darle forma. Estos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia.”
Primera pista: La elección: Cuatro modos de narrar un personaje
1. Por sí mismo (narrador personaje): “No hay ningún hombre interior, el hombre está en el mundo y es en el mundo donde se conoce.” Maurice Merleau-Ponty.
2. A través de otro personaje (narrador testigo): “Si trato de estudiar el amor o el odio por medio de la pura observación interior, no encuentro sino muy pocas cosas que describir: algunas angustias, algunas palpitaciones, es decir, trastornos triviales que no revelan el sentido del amor ni del odio. Cada vez que consigo un resultado interesante es porque no me he contentado con coincidir con mi sentimiento, porque he logrado estudiarlo como conducta, es decir, como modificación de mis relaciones con otros y con el mundo, o porque he llegado a pensar en él como pienso en el comportamiento de otra persona del que soy testigo”. Maurice Merleau-Ponty.
3. A través de un narrador externo (narrador omnisciente): Según Ramón Fernández, el método Balzac consiste en establecer “un estado civil e histórico para el personaje, con lo que se sitúa en el tiempo y en un grupo social definido; una deducción psicológica que parte de concepciones generales y se concreta en algunos rasgos que constituyen el carácter del personaje; una descripción visual que comprende tanto su ambiente habitual y su habitación como su rostro, cuerpo y vestido.
4. Todas las anteriores (narrador mixto): “Es normal que las novelas sean contadas (aunque no siempre lo advirtamos a primera vista) no por uno sino por dos y a veces varios narradores, que se van relevando unos a otros, como en una carrera de postas, para contar la historia (…) Si estas mudas o saltos de punto de vista espacial ―de un yo a un él, de un narrador omnisciente a un narrador personaje o viceversa― alteran la perspectiva, la distancia de lo narrado, y pueden ser justificados o no serlo (…) si estas mudas son justificadas, pues contribuyen a dotar de mayor densidad y riqueza anímica, de más vivencias a la ficción, esas mudas resultan invisibles al lector, atrapado por la excitación y curiosidad que despierta en él la historia. En cambio, si no consiguen este efecto, logran lo contrario: esos recursos técnico se hacen visibles y por ellos nos parecen forzados y arbitrarios, unas camisas de fuerza que privan de espontaneidad y autenticidad a los personajes de la historia.” Mario Vargas Llosa.
Segunda pista: Narrar al personaje escena tras escena
Implica superar el dilema entre decir o contar. Entre comentar una escena o representar una escena. En el primer caso se le dice al lector: el personaje sentía esto. En el segundo, se construye una situación o se desarrollan varias situaciones donde el personaje expresa a través de sus acciones sus sentimientos, su visión de mundo. Para comentar una escena sirven los adjetivos. Para representarla se necesitan más sustantivos. Un personaje se construye a través de las escenas en las que participa de la narración. ¿Y qué es una narración? Es la sucesión eficaz de una escena tras otra. Una progresión de escenas.
Dice el dramaturgo David Mamet (Chicago, 1948):
«Para escribir una buena escena, uno debe aplicar rigurosamente y responder rigurosamente a las tres preguntas siguientes:
¿Quién quiere qué de quién?
¿Qué pasa si no lo consigue?
¿Por qué ahora?»
(Bambi contra Godzilla. Barcelona. Alba Editorial. 2008. Pág: 116)
De acuerdo con lo anterior, es el personaje quien le da vida a las escenas y esto nos lleva a la tercera pista.
Tercera pista: Son los personajes los que tienen conciencia y el narrador está al servicio de ellos
El narrador está subordinado a la conciencia de sus personajes, a sus sentimientos, sensaciones y percepciones. Representar los procesos mentales de sus personajes, sus emociones y razonamientos; sus contradicciones, certezas e incertidumbres es el principal desafío del narrador.
Dice John Gardner, maestro de Raymond Carver:
“Hay mil maneras de estar triste, feliz, aburrido o malhumorado, y el adjetivo abstracto no dice casi nada (…) Los sentimientos de los personajes se tienen que evidenciar: el miedo, el amor, la excitación, la duda, la turbación o la desesperación sólo tienen verosimilitud cuando se presentan en forma de acontecimientos, es decir, de acción (o ademán), de diálogo o de reacción física ante el entorno. El detalle es la savia de la ficción literaria.
El escritor que se preocupa por el detalle –que analiza los gestos y ademanes más triviales de sus personajes, para saber exactamente de qué forma debe proseguir la escena imaginada- es el que convence y asombra (…) El escritor, sin apenas notarlo, se convierte en un observador atento.”
Cuarta pista: Sobre los ambientes o atmósferas donde los personajes se van a mover
Gustav Flaubert y Cia (Henry James, James Joyce, William Faulkner y Virginia Wolf, entre otros.) nos enseñaron que las descripciones espaciales sólo existen cuando pasan por el filtro de la subjetividad de los personajes. Ya quedaron atrás esas descripciones “objetivas” de sólo espacios sin personajes.
El personaje se crea a partir de su percepción del espacio. A este espacio le llamaremos atmósfera, pues implica la interacción entre el personaje y su entorno.
Miremos los dos ejemplos más citados de la eterna Madame Bovary:
“Entraba en algo maravilloso donde todo sería pasión, éxtasis, delirio; una inmensidad azulada la rodeaba, las cimas del sentimiento centelleaban bajo su pensamiento, la existencia ordinaria no aparecía sino a lo lejos, muy allá, en la sombra, entre los intervalos de aquellas alturas.”
“Pero la (vida) suya era fría en un desván cuya claraboya da al norte, y el tedio, araña silenciosa, tejía en la sombra su tela en todos los rincones de su corazón.”
Dice Flaubert: “En mi libro no hay ninguna descripción aislada, gratuita; todas están al servicio de mis personajes y tienen una influencia inmediata o lejana sobre la acción.”
Quinta pista: los diálogos o el arte del parloteo
En el prólogo de Dulce jueves de John Steinbeck, lo dice el viejo Mack: “A mi me gusta que en un libro haya mucho diálogo y no que se dediquen a explicarme cómo es el que habla. Me gusta imaginar su aspecto, por lo que dice. Y otra cosa, me gusta imaginar lo que el tipo piensa, por lo que dice…”
Y lo confirma Stephen King en Mientras escribo, sin duda su mejor libro publicado.
“El diálogo da voz a los personajes, y es esencial para definir su manera de ser. La clave es que los actos de la gente son más reveladores que lo que dice, y que las palabras son traidoras (…) Un diálogo bien construido indicará si un personaje es listo o tonto, honrado o tramposo, gracioso o cascarrabias. Un buen diálogo es una delicia uno malo un muermo. No todos los escritores dominan igual el diálogo.
Para aprender a escribir diálogos conviene hablar y escuchar mucho, sobre todo escuchar. La clave de escribir diálogos buenos, como en todos los aspectos de la narrativa, es la sinceridad (…) Decir la verdad es fundamental para que el diálogo posea resonancia. Lo importante no es que el diálogo de tu relato sea culto o vulgar, sino como suene en la página y el oído.”
Alfred Hitchcock, parloteando con Francois Truffaut, nos da nuevas pistas del arte de parlotear:
“¿Quiere decir que el diálogo dice una cosa y la imagen otra? Este es un punto fundamental de la puesta en escena. Me parece que las cosas ocurren a menudo así en la vida. Las personas no expresan sus pensamientos más profundos, tratan de leer en la mirada de sus interlocutores y, con frecuencia, intercambian palabras triviales mientras intentan adivinar algo profundo y sutil (…) para mí, el pecado capital que puede cometer un guionista es que, cuando se discute algún problema, lo escamotee diciendo: «Lo justificaremos con una frase del diálogo.» Y yo pienso que el diálogo debe ser un ruido entre los demás, un ruido que sale de la boca de los personajes, cuyas acciones y miradas son las que cuentan una historia visual.”
Las grandes obras del parloteo siempre serán las de Shakespeare y Cervantes. Existen muchas clases de parloteo: el dato escondido, donde el lector es casi un intruso y no sabe qué es lo están hablando los personajes; un buen ejemplo es el cuento de Hemingway El mar cambia. Otra clase de parloteo es cuando los personajes conversan física y simple cháchara o carreta; el ejemplo clásico es el comienzo del film Pulp fiction, el diálogo entre Vincent (Travolta) y Jules (S. L. Jackson):
―...y en París puedes pedir cerveza en el McDonalds.
―Hmmm...
―¿Y sabes cómo llaman al cuarto de libra con queso en París?
―¿No lo llaman cuarto de libra con queso?
―Utilizan el sistema métrico, no sabrían qué coño es un cuarto de libra.
―¿Pues cómo lo llaman?
―Lo llaman una "Royale con queso"
―Royale con queso (repite Jules)
―Haha... ¿y cómo llaman al Big Mac?
―Un Big Mac es un Big Mac, pero lo llaman "Le Big Mac"
―"Le Big Mac"
―¿y cómo llaman al Whooper?
―No lo sé, no entré en ningún Burger King... ¿Y qué le ponen a las patatas en vez de ketchup?
―Mayonesa...
―Puaj, joder!
―Los vi hacerlo, amigo; las bañan en esa mierda.
Otra clase de parloteo es cuando los personajes se ponen vil y vulgarmente patéticos. Esta clase de parloteo sentimental le llamaremos “Se ha muerto mi gatito”; expresión usada por el dramaturgo David Mamet en Los tres usos del cuchillo para burlarse de esos personajes que al final de la trama padecen un ataque espasmódico de ternura. Personajes que usan el soliloquio confesional (en una expresión muy coloquial sería: “Oh, amigo mío, hace mucho, mucho tiempo yo también era una pelota, como tú...” “Amiguito, hace muchos años cuando era estudiante de una universidad pública …cuando escribía guiones para la televisión… cuando manejaba un blog de tribus urbanas… cuando pertenecí a la Sociedad Colombiana de Freaks, cuando tenía una banda de músicos mediocres… cuando hice un taller de construcción de personajes…”
―como notarán las motivaciones pueden ser infinitas.)
Veamos la cita textual de David Mamet:
“A este discurso, a este tipo de montajes, en una película o en una obra de teatro, yo los llamo “La muerte de mi gatito” y con frecuencia llevan implícita esta frase o idea: “No sé por qué les cuento todo esto” (…) Esta frase sirve para identificar un montaje de este tipo. También puede decir: “Hace muchos años…” o “Cuando era joven…” o “Una vez tuve un gato…”, o mostrar la escena en que los personajes, con los brazos abiertos, giran a cámara lenta en una playa.”
Abundan ejemplos en el cine y la televisión; se aceptan sugerencias para montar nuestro inventario de este ataque espasmódico de tierna nostalgia.
Este ejemplo, tomado de El halcón maltés de Dashiell Hammett, puede servirnos de abre bocas, se da en el último capítulo, justo en el desenlace, el duro, el implacable de Sam Spade padece un maldito ataque de ternura.
Fuentes bibliográficas
Leer y releer toda la obra de Gustave Flaubert, en particular, esa gran belleza narrativa de Madame Bovary, en la edición que tengan al alcance. La traducción de Carmen Martín Gaite de Editorial Oveja Negra es buena. A manera de chisme: Cartas a Louise Colet de ediciones Siruela; traducción, prólogo y notas de Ignacio Malaxecheverría. Sobre la creación literaria. Correspondencia escogida. Edición de Cecilia Yepes. Ediciones y talleres de escritura creativa Fuentebaja. Y si desean profundizar en los laberintos narrativos de la Bovary: La orgía perpetua de Mario Vargas Llosa. Editorial Alfaguara o Bruguera.
Bourneuf, Roland y Ouellet, Réal. La novela. Barcelona. Ariel. 1989.
Gardner, John. Para ser novelista. Ediciones y Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja, Madrid, 2001. Págs. 56 y 60
Lodge, David. El arte de la ficción. Barcelona, Península. 1998 (Y léanse todas, todas las novelas que encuentren de este autor, de verdad que es bien divertido)
Mamet, David. Bambi contra Godzilla. Barcelona, Alba. 2006.
……………….. Los tres usos del cuchillo Barcelona, Alba editorial, 1988. Páginas: 101-103.
……………… Una profesión de putas. Madrid, Debate. 1995.
Truffaut, Francois. El cine según Hitchcock. Madrid. Alianza. 1994.
Vargas Llosa, Mario. Cartas a un joven novelista. Barcelona, editorial Planeta. 1997.
Decía Juan Rulfo que para contar una historia sólo se necesitaban tres puntos de apoyo: crear el personaje, crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y definir cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar. Veamos la cita completa:
“Todo escritor que crea, es un mentiroso: la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación. Considero que hay tres pasos: así como en la sintaxis hay tres puntos de apoyo: sujeto, verbo y complemento; así también en la imaginación hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje, el segundo crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar, es decir, darle forma. Estos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia.”
Primera pista: La elección: Cuatro modos de narrar un personaje
1. Por sí mismo (narrador personaje): “No hay ningún hombre interior, el hombre está en el mundo y es en el mundo donde se conoce.” Maurice Merleau-Ponty.
2. A través de otro personaje (narrador testigo): “Si trato de estudiar el amor o el odio por medio de la pura observación interior, no encuentro sino muy pocas cosas que describir: algunas angustias, algunas palpitaciones, es decir, trastornos triviales que no revelan el sentido del amor ni del odio. Cada vez que consigo un resultado interesante es porque no me he contentado con coincidir con mi sentimiento, porque he logrado estudiarlo como conducta, es decir, como modificación de mis relaciones con otros y con el mundo, o porque he llegado a pensar en él como pienso en el comportamiento de otra persona del que soy testigo”. Maurice Merleau-Ponty.
3. A través de un narrador externo (narrador omnisciente): Según Ramón Fernández, el método Balzac consiste en establecer “un estado civil e histórico para el personaje, con lo que se sitúa en el tiempo y en un grupo social definido; una deducción psicológica que parte de concepciones generales y se concreta en algunos rasgos que constituyen el carácter del personaje; una descripción visual que comprende tanto su ambiente habitual y su habitación como su rostro, cuerpo y vestido.
4. Todas las anteriores (narrador mixto): “Es normal que las novelas sean contadas (aunque no siempre lo advirtamos a primera vista) no por uno sino por dos y a veces varios narradores, que se van relevando unos a otros, como en una carrera de postas, para contar la historia (…) Si estas mudas o saltos de punto de vista espacial ―de un yo a un él, de un narrador omnisciente a un narrador personaje o viceversa― alteran la perspectiva, la distancia de lo narrado, y pueden ser justificados o no serlo (…) si estas mudas son justificadas, pues contribuyen a dotar de mayor densidad y riqueza anímica, de más vivencias a la ficción, esas mudas resultan invisibles al lector, atrapado por la excitación y curiosidad que despierta en él la historia. En cambio, si no consiguen este efecto, logran lo contrario: esos recursos técnico se hacen visibles y por ellos nos parecen forzados y arbitrarios, unas camisas de fuerza que privan de espontaneidad y autenticidad a los personajes de la historia.” Mario Vargas Llosa.
Segunda pista: Narrar al personaje escena tras escena
Implica superar el dilema entre decir o contar. Entre comentar una escena o representar una escena. En el primer caso se le dice al lector: el personaje sentía esto. En el segundo, se construye una situación o se desarrollan varias situaciones donde el personaje expresa a través de sus acciones sus sentimientos, su visión de mundo. Para comentar una escena sirven los adjetivos. Para representarla se necesitan más sustantivos. Un personaje se construye a través de las escenas en las que participa de la narración. ¿Y qué es una narración? Es la sucesión eficaz de una escena tras otra. Una progresión de escenas.
Dice el dramaturgo David Mamet (Chicago, 1948):
«Para escribir una buena escena, uno debe aplicar rigurosamente y responder rigurosamente a las tres preguntas siguientes:
¿Quién quiere qué de quién?
¿Qué pasa si no lo consigue?
¿Por qué ahora?»
(Bambi contra Godzilla. Barcelona. Alba Editorial. 2008. Pág: 116)
De acuerdo con lo anterior, es el personaje quien le da vida a las escenas y esto nos lleva a la tercera pista.
Tercera pista: Son los personajes los que tienen conciencia y el narrador está al servicio de ellos
El narrador está subordinado a la conciencia de sus personajes, a sus sentimientos, sensaciones y percepciones. Representar los procesos mentales de sus personajes, sus emociones y razonamientos; sus contradicciones, certezas e incertidumbres es el principal desafío del narrador.
Dice John Gardner, maestro de Raymond Carver:
“Hay mil maneras de estar triste, feliz, aburrido o malhumorado, y el adjetivo abstracto no dice casi nada (…) Los sentimientos de los personajes se tienen que evidenciar: el miedo, el amor, la excitación, la duda, la turbación o la desesperación sólo tienen verosimilitud cuando se presentan en forma de acontecimientos, es decir, de acción (o ademán), de diálogo o de reacción física ante el entorno. El detalle es la savia de la ficción literaria.
El escritor que se preocupa por el detalle –que analiza los gestos y ademanes más triviales de sus personajes, para saber exactamente de qué forma debe proseguir la escena imaginada- es el que convence y asombra (…) El escritor, sin apenas notarlo, se convierte en un observador atento.”
Cuarta pista: Sobre los ambientes o atmósferas donde los personajes se van a mover
Gustav Flaubert y Cia (Henry James, James Joyce, William Faulkner y Virginia Wolf, entre otros.) nos enseñaron que las descripciones espaciales sólo existen cuando pasan por el filtro de la subjetividad de los personajes. Ya quedaron atrás esas descripciones “objetivas” de sólo espacios sin personajes.
El personaje se crea a partir de su percepción del espacio. A este espacio le llamaremos atmósfera, pues implica la interacción entre el personaje y su entorno.
Miremos los dos ejemplos más citados de la eterna Madame Bovary:
“Entraba en algo maravilloso donde todo sería pasión, éxtasis, delirio; una inmensidad azulada la rodeaba, las cimas del sentimiento centelleaban bajo su pensamiento, la existencia ordinaria no aparecía sino a lo lejos, muy allá, en la sombra, entre los intervalos de aquellas alturas.”
“Pero la (vida) suya era fría en un desván cuya claraboya da al norte, y el tedio, araña silenciosa, tejía en la sombra su tela en todos los rincones de su corazón.”
Dice Flaubert: “En mi libro no hay ninguna descripción aislada, gratuita; todas están al servicio de mis personajes y tienen una influencia inmediata o lejana sobre la acción.”
Quinta pista: los diálogos o el arte del parloteo
En el prólogo de Dulce jueves de John Steinbeck, lo dice el viejo Mack: “A mi me gusta que en un libro haya mucho diálogo y no que se dediquen a explicarme cómo es el que habla. Me gusta imaginar su aspecto, por lo que dice. Y otra cosa, me gusta imaginar lo que el tipo piensa, por lo que dice…”
Y lo confirma Stephen King en Mientras escribo, sin duda su mejor libro publicado.
“El diálogo da voz a los personajes, y es esencial para definir su manera de ser. La clave es que los actos de la gente son más reveladores que lo que dice, y que las palabras son traidoras (…) Un diálogo bien construido indicará si un personaje es listo o tonto, honrado o tramposo, gracioso o cascarrabias. Un buen diálogo es una delicia uno malo un muermo. No todos los escritores dominan igual el diálogo.
Para aprender a escribir diálogos conviene hablar y escuchar mucho, sobre todo escuchar. La clave de escribir diálogos buenos, como en todos los aspectos de la narrativa, es la sinceridad (…) Decir la verdad es fundamental para que el diálogo posea resonancia. Lo importante no es que el diálogo de tu relato sea culto o vulgar, sino como suene en la página y el oído.”
Alfred Hitchcock, parloteando con Francois Truffaut, nos da nuevas pistas del arte de parlotear:
“¿Quiere decir que el diálogo dice una cosa y la imagen otra? Este es un punto fundamental de la puesta en escena. Me parece que las cosas ocurren a menudo así en la vida. Las personas no expresan sus pensamientos más profundos, tratan de leer en la mirada de sus interlocutores y, con frecuencia, intercambian palabras triviales mientras intentan adivinar algo profundo y sutil (…) para mí, el pecado capital que puede cometer un guionista es que, cuando se discute algún problema, lo escamotee diciendo: «Lo justificaremos con una frase del diálogo.» Y yo pienso que el diálogo debe ser un ruido entre los demás, un ruido que sale de la boca de los personajes, cuyas acciones y miradas son las que cuentan una historia visual.”
Las grandes obras del parloteo siempre serán las de Shakespeare y Cervantes. Existen muchas clases de parloteo: el dato escondido, donde el lector es casi un intruso y no sabe qué es lo están hablando los personajes; un buen ejemplo es el cuento de Hemingway El mar cambia. Otra clase de parloteo es cuando los personajes conversan física y simple cháchara o carreta; el ejemplo clásico es el comienzo del film Pulp fiction, el diálogo entre Vincent (Travolta) y Jules (S. L. Jackson):
―...y en París puedes pedir cerveza en el McDonalds.
―Hmmm...
―¿Y sabes cómo llaman al cuarto de libra con queso en París?
―¿No lo llaman cuarto de libra con queso?
―Utilizan el sistema métrico, no sabrían qué coño es un cuarto de libra.
―¿Pues cómo lo llaman?
―Lo llaman una "Royale con queso"
―Royale con queso (repite Jules)
―Haha... ¿y cómo llaman al Big Mac?
―Un Big Mac es un Big Mac, pero lo llaman "Le Big Mac"
―"Le Big Mac"
―¿y cómo llaman al Whooper?
―No lo sé, no entré en ningún Burger King... ¿Y qué le ponen a las patatas en vez de ketchup?
―Mayonesa...
―Puaj, joder!
―Los vi hacerlo, amigo; las bañan en esa mierda.
Otra clase de parloteo es cuando los personajes se ponen vil y vulgarmente patéticos. Esta clase de parloteo sentimental le llamaremos “Se ha muerto mi gatito”; expresión usada por el dramaturgo David Mamet en Los tres usos del cuchillo para burlarse de esos personajes que al final de la trama padecen un ataque espasmódico de ternura. Personajes que usan el soliloquio confesional (en una expresión muy coloquial sería: “Oh, amigo mío, hace mucho, mucho tiempo yo también era una pelota, como tú...” “Amiguito, hace muchos años cuando era estudiante de una universidad pública …cuando escribía guiones para la televisión… cuando manejaba un blog de tribus urbanas… cuando pertenecí a la Sociedad Colombiana de Freaks, cuando tenía una banda de músicos mediocres… cuando hice un taller de construcción de personajes…”
―como notarán las motivaciones pueden ser infinitas.)
Veamos la cita textual de David Mamet:
“A este discurso, a este tipo de montajes, en una película o en una obra de teatro, yo los llamo “La muerte de mi gatito” y con frecuencia llevan implícita esta frase o idea: “No sé por qué les cuento todo esto” (…) Esta frase sirve para identificar un montaje de este tipo. También puede decir: “Hace muchos años…” o “Cuando era joven…” o “Una vez tuve un gato…”, o mostrar la escena en que los personajes, con los brazos abiertos, giran a cámara lenta en una playa.”
Abundan ejemplos en el cine y la televisión; se aceptan sugerencias para montar nuestro inventario de este ataque espasmódico de tierna nostalgia.
Este ejemplo, tomado de El halcón maltés de Dashiell Hammett, puede servirnos de abre bocas, se da en el último capítulo, justo en el desenlace, el duro, el implacable de Sam Spade padece un maldito ataque de ternura.
Fuentes bibliográficas
Leer y releer toda la obra de Gustave Flaubert, en particular, esa gran belleza narrativa de Madame Bovary, en la edición que tengan al alcance. La traducción de Carmen Martín Gaite de Editorial Oveja Negra es buena. A manera de chisme: Cartas a Louise Colet de ediciones Siruela; traducción, prólogo y notas de Ignacio Malaxecheverría. Sobre la creación literaria. Correspondencia escogida. Edición de Cecilia Yepes. Ediciones y talleres de escritura creativa Fuentebaja. Y si desean profundizar en los laberintos narrativos de la Bovary: La orgía perpetua de Mario Vargas Llosa. Editorial Alfaguara o Bruguera.
Bourneuf, Roland y Ouellet, Réal. La novela. Barcelona. Ariel. 1989.
Gardner, John. Para ser novelista. Ediciones y Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja, Madrid, 2001. Págs. 56 y 60
Lodge, David. El arte de la ficción. Barcelona, Península. 1998 (Y léanse todas, todas las novelas que encuentren de este autor, de verdad que es bien divertido)
Mamet, David. Bambi contra Godzilla. Barcelona, Alba. 2006.
……………….. Los tres usos del cuchillo Barcelona, Alba editorial, 1988. Páginas: 101-103.
……………… Una profesión de putas. Madrid, Debate. 1995.
Truffaut, Francois. El cine según Hitchcock. Madrid. Alianza. 1994.
Vargas Llosa, Mario. Cartas a un joven novelista. Barcelona, editorial Planeta. 1997.
1 comentarios:
Hola, de qué libro es la cita de Juan rulfo ? Buen blog
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